Más que una simple molestia: la contaminación acústica daña la salud mental

Más que una simple molestia: la contaminación acústica daña la salud mental

Foto: FreePik

Actualmente, el mundo está lleno de múltiples estímulos que, si bien se han hecho cotidianos, tienen efectos nocivos para nuestro organismo en prácticamente todos los sentidos. Entre pantallas que afectan la vista y contaminación visual con anuncios espectaculares, otro de los muchos elementos que repercuten en la vida diaria es el exceso de ruido en casi cualquier sitio.

 

El ruido es un tipo de sonido no deseable y normalmente innecesario al que nos acostumbramos puesto que hay sitios en los que es casi imposibles de erradicar, ya sea lugares de trabajo donde es inerte, o bien, porque en las calles hay quienes no respetan las normas y emiten ruidos intensos a todas horas. A la larga, todo esto tiene efectos sicológicos que repercuten en la salud mental.

 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el nivel máximo de ruido que se recomienda para tener una buena salud y bienestar es de 65 decibeles (dB), aunque cada día estamos expuestos a niveles mucho más altos. Tránsito, fuegos artificiales, shows musicales, obras de construcción o simplemente personas hablando en un tono demasiado fuerte son fuentes de ruido para nuestro organismo.

 

Es una realidad que la contaminación acústica afecta a los tímpanos y puede provocar sordera, pero también es un hecho que hay consecuencias en el estado mental; por ejemplo, lo más inmediato es que los sonidos intensos provocan sensación de malestar, desagrado, poca capacidad de concentración y bajo rendimiento en las actividades diarias.

 

 

Sin embargo, esto es solo lo primero, ya que conforme se prolonga la exposición, los daños son más graves. Estar en constante cercanía a ruidos muy fuertes provoca dolores de cabeza y aumento en los niveles de estrés, lo que a su vez genera una respuesta en nuestro cuerpo incrementando el ritmo cardíaco, la respiración y tensión muscular. Este desencadena otros efectos como alteraciones al estado de ánimo que devienen en irritabilidad, agresividad y cambios en el comportamiento.

 

De igual forma, la persistencia de ruidos intensos provoca síntomas similares a la ansiedad, principalmente cuando se trata de fuentes incesantes, incontrolables y que no dejan desempeñar las actividades diarias. La ansiedad se manifiesta con temblores, sudoración y sentimientos de miedo, preocupación e inseguridad ante una situación.

 

También hay algo llamado hiperacusia, que se refiere a la sensibilidad extrema al sonido que para otros parece normal, un trastorno que está causado casi siempre por un trauma por ruido. Esto también afecta al momento de tratar de dormir, ya que una persona con este trastorno se despierta fácilmente ante cualquier sonido.

 

En junio de 2022, el Congreso del Estado avaló la Ley de Atención y Prevención de la Contaminación Visual y Auditiva, con la que, en teoría, se deben vigilar y regular las fuentes de contaminación acústica en el estado. Es competencia tanto de la Secretaría de Medio Ambiente como de los ayuntamientos cerciorarse de que está normativa se respete.

 

La ley establece que toda aquella persona u organización que ponga en riesgo el equilibrio ecológico o la salud de la gente mediante fuentes de contaminación visual o auditiva será acreedora a alguna sanción.

 

Las sanciones van desde clausurar un negocio completamente, revocación de una concesión o licencia de funcionamiento, retiro de estructuras y anuncios y vehículos usados para contaminar, como aquellos de perifoneo, hasta arresto administrativo por 36 horas, reparación del daño y una multa económica de 20 a 20,000 veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización (UMA), es decir, de 2,074.8 pesos hasta los 2'074,800 pesos.

 

No obstante, esta se ha hecho valer poco o nada, porque hay fuentes de ruido que no son controladas y que repercuten en la salud de los humanos, como los festivales donde se hacen presentaciones musicales sin regulación.

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