¿Qué es el plagio académico?

¿Qué es el plagio académico?

En esta semana se revivió el debate sobre lo que es y no es plagio académico. Esta vez le tocó a la virtual candidata del Frente Amplio (PRIANRD) Xóchitl Gálvez. Un usuario de X (antes Twitter) le encontró varios párrafos copiados en su trabajo de grado. Algunos simpatizantes y periodistas afines la han salido a defender comparando el caso de la ministra Yasmín Esquivel, otros internautas impulsaron la etiqueta #CoguptaPlagiadora que se hizo tendencia. Pero, ¿es o no un plagio?

 

El plagio académico es utilizar ideas, palabras o frases que no deriven de la experiencia o el intelecto propio y que no se acredite a la fuente original, en otras palabras, tomar el trabajo ajeno y hacerlo pasar como propio; incluso, tomar un trabajo nuestro presentado o publicado con anterioridad y volverlo a presentar como nuevo también es plagio. De acuerdo con el software Turnitin existen al menos 10 modalidades de plagio que van desde el simple “copiar y pegar” hasta las formas más sofisticadas de “plagio inteligente”.

 

Aunque hoy las computadoras lo han facilitado, el plagio ha existido desde hace mucho tiempo, mecanografiar un libro sin citarlo era el “copiar-pegar” de los abuelos. El escritor italiano Umberto Eco recomendaba irónicamente a los alumnos que no eran buenos investigando ni trabajando y que tenían en cambio cierta destreza en la marrullería, que se fueran a Rusia, tomaran una tesis, la tradujeran al italiano y la mecanografiaran. Es decir, Eco sentenciaba que el plagio era la opción para los de menor aprovechamiento o, en palabras de Gálvez, para “los corruptos, huevones y pendejos”.

 

El plagio siempre ha sido inaceptable, pero la forma de evitarlo (el uso correcto de citas y referencias) es relativamente nuevo si consideramos que llevamos más de 500 años de ciencia moderna. Los primeros sistemas de citación (norma Chicago) se publicaron hasta 1906, por eso vamos a leer obras clásicas incluso sin citas; otros usaron jocosamente las citas, como Marx cuando tiene que criticar a algún autor en El Capital (publicado en 1867).

 

En Ciencias Sociales las normas de citación más utilizadas son las de la American Psycological Association (APA), su primer manual lo publicó hasta 1952 y en México se empezó a utilizar después de los años setenta. Por ello, las publicaciones, como la del fiscal Gertz Manero (1967) no pueden calificarse como plagio porque las reglas no eran claras, no había acuerdos y sí muchas ambigüedades. Es en la primera década del siglo XXI que muchas instituciones mexicanas hacen obligatorias las normas de citación, entre las más populares están MLA, Vancouver, Chicago y APA cuyo manual en español se publicó en 2009. Por tanto, es un error que trabajos presentados antes del año 2000 sean evaluados con las normas actuales. Las reglas de citación no existieron siempre y además han ido cambiando.

 

La detección de plagio en las universidades no es tarea fácil. Un profesor puede tener asignados decenas de estudiantes y la revisión minuciosa se vuelve casi imposible, sobre todo si carece de un software que realice el trabajo. Profesores inexpertos podrían pasar como bueno un trabajo plagiado o calificar como plagio un trabajo auténtico. Esto último sucedió recientemente con Claudia Sheinbaum al señalar que había plagiado “un tema”. Los estudiantes pueden trabajar con temas similares, usar las mismas fórmulas, incluso la misma base de datos sin que sea plagio, pues cada uno problematizará y propondrá soluciones innovadoras.

 

Una reciente investigación en universitarios canadienses mostró que los estudiantes de ingenierías son más proclives a plagiar que los de humanidades; las mujeres suelen hacerlo más seguido que los hombres y conforme avanzan en la universidad, el rechazo y la vergüenza de plagiar aumenta (ver gráfica 1). Esto es porque el plagio también puede deberse al desconocimiento del alumno; pero, es inadmisible que en los grados superiores el alumno sea incapaz de identificar que está plagiando.

 

Elaborado con datos de Vieyra y Weaver (2023)

 

Ahora veamos el trabajo con el que Gálvez obtiene el grado a través de estas agravantes:

  1. Primero, es un trabajo para obtener un grado, a esas alturas el alumno que no identifica el plagio no ha desarrollado las competencias suficientes para graduarse.
  2. Segundo, el trabajo se presentó en 2010 cuando ya eran ampliamente difundidas y obligatorias las normas de citación y referencias.
  3. Tercero, Gálvez se tituló 25 años después de concluir la carrera, justo en el momento para ser candidata al gobierno de Hidalgo, es decir, tenía una urgencia política por obtener el grado lo que la hace sospechosa de recurrir a una mala práctica.
  4. Por último, Gálvez se titula por un reporte de experiencia profesional, ella debía describir sus actividades laborales y cómo el programa de estudio del que egresó le ayudó a desarrollar habilidades. Una experiencia es inédita, no le sucede a dos personas lo mismo y, aún en ese caso, ambas personas lo contarán de forma distinta, por lo que es inadmisible que haya párrafos copiados, ¿qué tenía que ver una publicación del Diario Oficial de la Federación?

 

El plagio en sí mismo no es lo grave, a un estudiante, dependiendo de las circunstancias, se le puede eximir de su culpa. Lo que está detrás es la intención, hacer trampa como una forma de vida, el querer engañar a los demás y aquí como le digo a mis alumnos: “podrás engañarme a mí como asesor, podrás engañar al jurado, pero tarde o temprano el engaño será derrumbado”. En este caso, se derrumbó en un ansiado momento para Gálvez y lo que se le ha acumulado ha llevado a algunos periodistas a trascender que no llegará a ser candidata por el Frente. Que nos sirva de lección.

 

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

YouTube: #BandalaNomics