Agujeros de guion: las “pequeñas fallas” que marcan una cinta

Agujeros de guion: las “pequeñas fallas” que marcan una cinta

Foto: FreePik

Por lo general, las grandes historias del cine siempre son recordadas por sus emocionantes escenas de acción, efectos especiales, personajes entrañables, pero más importante por sus guiones bien sustentados y que conectan con los espectadores; sin embargo, hay ocasiones en que esto último no se cumple, ya que hay guiones que, de un momento a otro, pierden consistencia.

 

En la escritura se conoce como “agujero de guion” -o “plot hole”, en inglés- a los momentos en los que un guion deja de lado la congruencia que manejaba para que la historia funcione. Esto se produce también en otras obras como literatura o teatro, pero los casos más notables y recordados se notan, por lo general, en producciones cinematográficas.

 

Propiamente definidos, los agujeros de guion son aquellas inconsistencias que se dan en el cine y rompen con el sentido lógico de lo que se estableció previamente en la historia. Estos se pueden dar de manera accidental, es decir, los autores no cuidaron los detalles del guion antes, durante y después de su ejecución, o bien, suceden con el propósito de que la historia siga y se genere un efecto en el público. A esto último se le conoce como agujero de Mcguffin.

 

Con estos hoyos argumentales se da cabida a que dentro de una historia sucedan situaciones ilógicas, poco realistas de acuerdo con lo establecido o plenamente contrarias a lo que se había planteado desde el principio. Esto puede ir desde romper las leyes de la ciencia, hasta cambiar radicalmente un escenario o característica de un personaje sin motivo aparente.

 

Los agujeros no siempre se dan en el relato completo, sino que también se ven en partes muy puntuales como en los personajes. Las películas buscan desarrollar protagonistas simpáticos que conecten con la gente, pero hay obras en las que la coherencia de una figura se rompe cambiando de un momento a otros sus motivaciones, ideales, habilidades y comportamiento.

 

Asimismo, los agujeros del guion también son notables en los errores y faltas de continuidad, fragmentos de la historia o historias secundarias que no se resuelven y parecían de mayor relevancia o, por el contrario, las tramas y subtramas que se resuelven sin motivo aparente, como por arte de magia, a lo que se le llama deus ex machina.

 

Este tipo de hoyos de guion e inconsistencias de argumento no son exclusivos del cine de bajo presupuesto o en que el guionista es principiante, ya que también son comunes en las grandes producciones o en las más icónicas de la historia del cine.

 

Ejemplo de ello son los numerosos errores que se ven en las películas de Marvel. Iron Man es uno de los héroes más queridos de la franquicia, pero su tercera entrega individual (2013) estuvo plagada de errores, tal es el caso del ejército de armaduras que no hicieron acto de presencia, convenientemente, hasta el momento de la batalla final, incluso si antes pudieron ser útiles para defender la casa de Tony Stark ante el ataque del Mandarín.

 

 

Hablando del Mandarín, el villano de la misma cinta se erigía como uno que verdaderamente representaba un peligro para el superhéroe; sin embargo, en un momento cumbre de la película se revela que no es más que un actor que sirve de coartada para distraer los ojos del verdadero villano. El Mandarín quedó como un personaje cómico, lejos de lo que es en los cómics y de lo que pudo ser en el universo Marvel.

 

 

En "Señales" (2002) también hay algunas incoherencias en los argumentos del guion. La principal y más importante es el actuar de los aliens, ya que al final se confirma que, en efecto, los extraterrestres son vulnerables al agua, ya que esta les quema y en grandes cantidades termina por matarlos. Sabiendo esto, ¿qué sentido tendría invadir un planeta cuyo elemento más abundante es el agua?

 

 

Por lo general, son las cintas de ciencia ficción las que, en su intento de ser demasiado creativas, terminan por caer en fallos argumentales. En "Armageddon" (1998), un asteroide está a punto de impactar la Tierra, por lo que la idea es perforarlo y explotarlo desde adentro. Para esto reclutan a un grupo de perforadores petroleros que, en lugar de enseñarle a los verdaderos astronautas a excavar, son ellos los enviados al espacio con un entrenamiento de pocas semanas.

 

 

Un entrenamiento real de astronautas demora hasta ocho años, pero en la cinta de Michael Bay se decidió que era más complicado capacitar a los aeronautas para taladrar, que enseñar a los perforadores a ser astronautas.

 

Hacer películas de viajes en el tiempo implica considerar muchas posibilidades para mantener la coherencia, pero en la trilogía de "Volver al Futuro" (1985-1990) esto no se logró completamente. En la primera entrega, el agujero se da cuando se reflexiona sobre el tiempo que pasaron Lorraine y George McFly con el que sería su hijo, Marty, ya que él estuvo presente en uno de los momentos más importantes de su vida, su enamoramiento en 1955.

 

 

Cuando Marty regresa al futuro en 1985, para sus padres no es extraño que sea idéntico a la persona que se encargó de unirlos. El guionista Bob Gale ha argumentado que no lo recuerda porque pasó poco tiempo con ellos, pero resulta poco creíble considerando la importancia de su presencia.

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