Para la mayoría de personas los perros son, innegablemente, los animales de compañía más leales y amorosos, aunque estos pequeños de cuatro patas se relacionan de diferentes maneras con la humanidad. Más allá de su rol como mascotas, los canes han ayudado a los humanos como asistentes, perros de cuidado o, cuando sea necesario, como perros de rescate.
Aunque haya quienes estén en contra del uso de perros como parte de los cuerpos de rescate, es un hecho que por muchos años han ayudado en medio de catástrofes como sismos, incendios y derrumbes. Es bien sabido que, al menos en México, muchos son entrenados en campos de fuerzas policiacas y militares, pero ¿existen escuelas particulares para perros rescatistas?
La respuesta es que no, en Puebla no se oferta ningún tipo de escuela o maestro particular de adiestramiento canino que pretenda enseñar este tipo de labores; no obstante, sí hay espacios a los que una persona se puede sumar para formar parte de un cuerpo de emergencia con perros rescatistas, donde los binomios reciben el entrenamiento adecuado.
En entrevista para Imagen Poblana, Héctor Daniel Diego Domínguez, comentó que el proceso de entrenamiento de un perro rescatista es arduo y muy alejado de cómo la gente cree. Asimismo, dijo que no hay que creer cuando se anuncien supuestos adiestradores privados, ya que este es un trabajo que se enfoca a lo voluntario, mas no a lo comercial.
Daniel Domínguez es coordinador del Escuadrón Canino K-9 SAR Rescue, un centro de entrenamiento certificado y adiestramiento comercial con sede en la Privada 5 de Mayo número 28, en Chipilo, Puebla. Para informes personales se le puede contactar en el 2223248397.
Daniel detalló que la forma de entrenar a un perro rescatista empieza cuando los animales todavía son cachorros, ya que no deben separarse de sus madres antes de los dos meses para que esta les enseñe aptitudes y comportamientos que le servirán a futuro. Una vez que se ven condiciones en un ejemplar, este empieza el entrenamiento que durará al menos dos años.
Sobre las razas, dijo que las más usadas para trabajo son los pastor belga malinois, pastor holandés, golden retriever, border collie o cualquier otra raza que cumpla con las características de comportamiento similares a las de los anteriores, aunque en algunos casos también se pueden emplear a perros mestizos. Una vez seleccionado se hacen chequeos de alimentación, se desparasitan y se les ponen las vacunas correspondientes.
Se forman vínculos necesarios con su humano binomio y se les introduce a diferentes ambientes estimulantes para que se familiarice con los ruidos fuertes, olores, obstáculos en su camino y, sobre todo, para que aprenda a convivir con perros extraños y otras personas. También se les acostumbra a estar firmes en lugares que para otros perros pudieran ser estresantes como lanchas o helicópteros.
En los dos años que dura la preparación, se le enseña a reconocer diferentes olores que serán sus objetivos en campo, ya sea personas vivas, restos humanos, cuerpos en descomposición y cuerpos debajo del agua. Daniel precisó que los humanos contamos con 5 millones de células olfativas, mientras que los perros tienen 250 millones de estas células, algunos como los dog hound llegan a los 300 millones.
Una vez concluidos los dos años, los binomios tienen que pasar por una certificación de la Organización Internacional de Rescate (IRO, por sus siglas en inglés). Una vez que se pasa la certificación, el perro junto a su dueño están capacitados para cuando se les llame a labores de búsqueda y rescate.
Daniel hace hincapié en que los perros, a diferencia de lo que se ha mostrado en medios, no son los que rescatan, sino que hacen la búsqueda donde los humanos no tienen capacidad de indagar. También acotó que la gente tiene una idea errónea de cómo debe verse un perro de búsqueda, ya que no es necesaria la indumentaria que se les ve a perros como la famosa Frida.
Explicó que los goggles son un impedimento para que el animal observe bien su entorno, mientras que las pecheras o chalecos son potencialmente peligrosos porque en las áreas derrumbadas facilitan las heridas por varillas u otro tipo de elementos punzocortantes.
Por otro lado, las botas “protectoras” restringen al perro de tocar y sentir el suelo sobre el que van a trabajar. Contrario a lo que se piensa, con las botas se pueden dañar por algún desliz en el terreno, por lo que antes de que entren en acción los humanos ya se encargaron de asegurar la zona para que el perro no resulte herido.
Daniel hace un llamado a que la gente tome conciencia de que los perros rescatistas no sufren maltratos, ya que a lo largo de toda su vida crecen en ambientes estimulantes, con juegos, entrenamiento, alimentación adecuada, juegos y ejercicio que muchos perros de hogar nunca gozan.
Ante las personas que ofertan cursos para perros rescatistas o “venden” a los canes ya entrenados, Daniel señala que esto no es real, ya que los elementos necesarios como cascos, uniformes, y entrenamiento en diferentes ambientes, son costosos y no se pueden cubrir con “cursos” como los que se llegan a ofertar.