La expansión de Cruz Azul: cimentando nuevas ilusiones

La expansión de Cruz Azul: cimentando nuevas ilusiones

Foto: Jesús Tepal

140 años parecen una eternidad, más cuando se trata de la construcción de una sociedad, en realidad con apenas un par de generaciones. Cuando se habla de la consolidación de una organización tan significativa como lo es la Cooperativa de la Cruz Azul, ese lapso solo puede verse como un pestañeo de quienes han trabajado arduamente para construir algo más grande. 

  

Era el año de 1881 cuando se inició formalmente, aunque muy lejos de los que es en la actualidad, apenas una planta de cal que en 11 años se transformó en la primera y más grande cementera del país. Una vez más parece que fue hace mucho, pero estos fueron únicamente los primeros pasos en la conformación de una institución modelo en México

  

Los orígenes de la Cruz Azul se remontan a la bella airosa, en Hidalgo, pero fue en esta parte del mundo, Palmar del Bravo, Puebla, donde encontraron las condiciones perfectas para llevar a cabo su expansión hacia nuevos horizontes. El tan ansiado día ha llegado, un momento que quedará grabado para siempre en la historia de la cementera, pero más importante, un hito para los cooperativistas. 

  

  

El nuevo líder de La Cruz Azul, Víctor Velázquez, es el encargado de iniciar la nueva y moderna fábrica de costales de papel, un paso trascendente hacia el futuro de la empresa. Quienes no entienden lo que significa, podrían tomarlo como un acto más sin la mayor relevancia, pero este es un paso más hacia la cimentación de nuevos sueños y más esperanzas familiares. 

  

Al margen de la figura de Velázquez, nada de lo que hoy se anuncia podría entenderse sin los miles de integrantes de la cooperativa que hoy abarrotan las nuevas instalaciones. En ellos no se ve más que alegría y orgullo; orgullo porque son parte de un hecho trascendental, orgullo porque son ellos, con su esfuerzo y dedicación, quienes lograron que la cementera dé un paso adelante. 

  

Como no podía ser de otra forma, hay un color que llega a cada rincón de esta nueva nave cementera, ese azul tan penetrante que es la insignia de todos y cada uno de los nuevos trabajadores. Este no es solo un código de vestimenta, el azul representa la fidelidad de la gente y el compromiso con sus pares, quienes hacen que todo esfuerzo sea de excelencia

  

  

Puebla sigue pintándose de azul, con la convicción de que cada vida que sea tocada por la cooperativa tenga el impulso de ser mejor día con día. Lo que hoy acontece no se centra únicamente en lo económico, sino en hacer que todo alrededor sea transformado para bien, pero más importante, para la prosperidad. 

  

Luego de que La Cruz Azul vivió un pasado reciente bastante sombrío, hoy de la mano de Víctor Velázquez y las generaciones de cooperativistas verdaderamente comprometidos, la cooperativa se encamina a un futuro esperanzador. Hoy en día, escuchar el nombre de Cruz Azul es sinónimo de excelencia, innovación y pertenencia con su comunidad. 

  

En 1881, Henry Gibbon inició en la Hacienda de Jasso, Hidalgo, un proyecto que si hoy en día viviera para ver, sabría que ha tomado el mejor de los rumbos en pro de la empresa. Con la inauguración de esta fábrica de última tecnología, México es testigo de que La Cruz Azul está más viva que nunca, gracias al trabajo de los cooperativistas

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