El 16 de mayo del 2018 se aprobó oficialmente el Plan Rector para el Saneamiento del Río Atoyac, con el objetivo de limpiar uno de los cuerpos de agua más importantes del estado. Este, inició oficialmente en septiembre del 2020 y se han visto pocos avances, aunque en los últimos días se dio a conocer una importante remoción de residuos.
El Organismo Operador de Servicio de Limpia (OOSL) del ayuntamiento capitalino informó que se retiraron 11 toneladas de llantas del río Atoyac, con lo que se planea evitar futuras inundaciones en las zonas aledañas al afluente. Si bien, la mayoría de las grandes fuentes de contaminación del Atoyac son empresas embotelladoras y textilerías, este tipo de desechos son en parte por acción ciudadana.
Los sistemas de recolección de basura en el estado son renuentes a llevar estos desechos, por lo que muchas personas optan, como ya se vio, por arrojarlos en barrancas, ríos, mares y, en última instancia, por quemarlos. En todos los casos son afectaciones al medioambiente porque contaminan los cuerpos de agua y el aire.
Según National Geographic, estos neumáticos están hechos en un 24 % de caucho sintético y solo un 19 % de caucho natural, además de metales, petróleo y otro tipo de plásticos. Esto hace que no sea factible disponer de los 40 millones de llantas que se tiran cada año en México, de la misma forma que se hace con la demás basura, ya que los lineamientos oficiales no lo permiten.
La Norma Oficial Mexicana NOM-161-SEMARNAT-2011 establece que las llantas, al concluir su vida útil, requieren un manejo especial a fin de evitar que los compuestos contaminantes se liberan al medioambiente. La forma correcta de deshacerse de los neumáticos que ya cumplieron su vida útil es llevarlos a centros de tratamiento especial de residuos, ya que el OOSL no hace recolección de estos en su sistema de descacharrización.
Las llantas que ya no se usan y son desechadas se pueden reciclar para aprovechar sus materiales que, si bien ya no sirven para el empleo automotriz, sí son de utilidad para crear otro tipo de materiales. Existen dos métodos para reciclarlas, que son la pirólisis y la trituración.
La pirólisis consiste en calentar las llantas sin oxígeno, con lo que se descomponen para su aprovechamiento al 100 %. Al final se recuperan los alambres, gas sintético y aceite que se venden para uso por separado o bien, para incorporarlos a otros productos como biocombustibles. En tanto, la trituración se hace para romper la llanta en partículas de caucho en diferentes tamaños. Los metales contenidos se separan mediante un electroimán para que también sea reutilizado.
El uso de los productos rescatados es variado, ya que resulta útil para tapar hoyos y grietas en el asfalto, impermeabilizar techos, fabricar tejas, losetas y adoquines, así como para uso en canchas deportivas de atletismo, para la fabricación de balones y suelas de calzado deportivo o de uso diario.
Reutilizar los materiales tiene un impacto significativo en el medioambiente, ya que se ahorran 23.5 litros de petróleo por cada llanta y más de 1,000 litros de agua, al igual que se reducen las emisiones de dióxido de carbono requeridas para su fabricación; no obstante, en todo el país solo se recicla el 12 % de todos los neumáticos inútiles, equivalente a 4.8 millones de unidades.
En Puebla existen diferentes opciones para reciclar las llantas, como lo es Ecotryp, una empresa dedicada al reciclaje de llantas y caucho vulcanizado, que se presume ha contribuido a reutilizar más de 26,000 neumáticos.
¿Qué consecuencias tiene el manejo incorrecto? No disponer de las llantas luego de su vida útil acarrea múltiples consecuencias para el planeta y, por consiguiente, para los seres humanos. Por ejemplo, al quemarlos el humo libera CO2 y componentes químicos que se quedan en el aire y son causantes de enfermedades. Dichos elementos también penetran en el suelo y el agua, afectando a los ecosistemas y los animales que ahí habitan.
De igual forma, cuando son desechadas lanzándolas al agua contaminan con la descomposición en pequeñas partículas de microplásticos. Según un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, de todos los microplásticos que hay en los océanos, el 28 % provienen directamente de los neumáticos vertidos en el agua.