Cada 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Periodista, una profesión que en la actualidad es sumamente controversial, ya que quienes la ejercen se enfrentan a múltiples dificultades, entre la inseguridad y estigmatización que se vive en un país como México, la censura y la percepción de la sociedad con los periodistas.
Según Artículo 19, entre el 2000 y el 2023 en México se han asesinado a 150 periodistas, siendo el 2017 y 2022 los años más mortíferos para los comunicadores, con 12 y 13 decesos respectivamente. Esto convierte a nuestro país en uno de los más peligrosos para ejercer la profesión, incluso sobre naciones en guerra.
En este contexto, tres profesionales señalaron para Imagen Poblana, cuán difícil es ser periodista en Puebla, en medio de conflictos con diferentes sectores de poder y una sociedad que los ve con juicio. Entre los principales problemas señalaron a la censura que se da y los evidentes problemas de inseguridad.
Efraín Núñez ejerce el periodismo desde hace 21 años, con trayectoria en medios impresos y digitales como E-consulta, Diario Cambio, El Sol de Puebla y ahora trabajando como corresponsal de La Jornada de Oriente. Reconoció que una de las preocupaciones más grandes es la inseguridad, pues como periodistas exponen diferentes temas que provocan descontento en sectores de empresarios, grupos del crimen organizado y, obviamente, con los grupos del poder del estado.
Confirmó que su vida sí ha estado en riesgo por los temas que aborda en sus reportajes, pues han resultado incómodos para gobiernos y para los intereses de privados. Hablar sobre inseguridad y darles voz a personas afectadas por proyectos inmobiliarios le han valido para recibir amenazas de muerte.
“Es parte de ejercer el periodismo, pero yo sí creo que esta realidad que vivimos no debería de ser. Les toca a las autoridades, y a la sociedad en general, cuidar a los periodistas. Nos debemos a la gente que nos lee y que nos ve, y es importante que haya mecanismos de protección eficaces para nuestra profesión, no solo a nosotros, también a los activistas y luchadores sociales”, afirmó.
Respecto a la forma en que la gente ve su profesión, Efraín asiente que no se les ve como los comunicadores que son, sino que se tiene la idea de que únicamente persiguen el dinero sin importar la información. Esto, explicó, es consecuencia de quienes sí se manejaron de esta manera en las épocas del viejo PRI. Sin embargo, en la actualidad el panorama no es distinto, ya que desde el poder se les sigue estigmatizando.
Por otra parte, Bibiana Díaz es fotoperiodista desde el 2004 y hoy labora en El Sol de Puebla. Sostuvo que la forma de ejercer ha mutado con el paso de los años, siendo lo más notorio las limitantes a la libertad de expresión, pues antes se podían abordar más temas que hoy, esto gracias a que los entes públicos y la sociedad han cambiado su forma de tratar a los reporteros.
Propiamente, hablando sobre los peligros del trabajo, sabe que por el momento que se vive en el país hay más riesgos a su integridad porque no se cuenta con ningún tipo de respaldo en caso de algún percance. Sin detallar, dijo que ha sido víctima de agresiones por parte de servidores públicos, siempre con impunidad, ya que tenían apoyo del estado y en la entonces Procuraduría de Justicia no le dio continuidad a su denuncia ni se levantó registro médico de los ataques.
“A nivel nacional sí está en riesgo, están en evidencia las muertes de los compañeros que ni siquiera han sido respaldados, no sabemos si contaban con seguridad social y todas estas situaciones, no solo que fallecieron, sino todo lo que implica para sus familias, perder un compañero en ejercicio de sus funciones”, aseveró.
Sobre otra vertiente, acotó que la censura siempre ha sido una constante en el periodismo, pero se ha llegado a un punto donde ni siquiera es necesario que se haga explícita, pues de antemano se sabe que hay restricciones al trabajo. Nunca se le ha dicho que no puede escribir sobre un determinado tópico, pero siempre está en alguien más si se publica o no su labor.
Finalmente, Mely Arellano, quien se ha desempeñado en el periodismo por 12 años y es cofundadora del portal Lado B, relató que, en efecto, el periodismo es una profesión de riesgo en México. Prueba de ello son las estadísticas de quienes han sido asesinados en su tarea de informar, sumado a los altos índices de impunidad y la nula resolución del gobierno de esta y otras administraciones.
En Puebla, señaló Mely, a pesar de que hay relativamente pocos casos de asesinato, pues solo se han registrado cuatro en los últimos 11 años, sí se tiene un alto índice de agresiones, siendo el cuarto o quinto lugar en este tipo de ataques a nivel nacional. Estas, asegura, provienen principalmente de servidores públicos.
La consecuencia más evidente es que, si bien no se termina con la vida de los periodistas, la autocensura se convierte en una práctica cotidiana, todo con el fin de evitar ser víctima de amenazas y agresiones cada vez más severas. A esto se suma el poder que muchas esferas del gobierno ejercen sobre los medios, pues suelen limitar lo que se escribe.
“En algunas ocasiones ha habido experiencias de colegas que mandan notas que nunca se publican o se modifican, y que tiene que ver con el mensaje de ‘de esto no puedes hablar’. ¿Qué pasa? Las y los colegas dejan de hablar de personajes y temas en particular”, sentenció.
Ella se dedica primordialmente a la investigación, por lo que no está constantemente en ruedas de prensa ni produce información diariamente, pero ha notado que es precisamente en los reporteros que se mueven en este giro los que más sufren agresiones, aunque tampoco ha estado exenta de la inseguridad.
En un reportaje en el llamado “Triángulo Rojo” del huachicol, donde investigaban cómo los periodistas de la zona dejaron de ejercer tras la administración de Rafael Moreno Valle, fue ahuyentada junto a su equipo luego de que oyeron detonaciones de arma de fuego. Aunque cree que la idea no era atentar directamente contra su vida, sabe que la intención era que se fueran del lugar. Y lo lograron.