Las personas enfrentan múltiples retos a lo largo de su vida, pero es en la tercera edad cuando algunos de estos se agudizan por la mezcla de factores como el deterioro de la salud y la falta de oportunidades para desarrollarse plenamente.
En México y varios países de Latinoamérica, se vive además una doble moral porque culturalmente los ancianos son un ejemplo de sabiduría y respeto, pero en la realidad son víctimas de abuso, olvido y precariedad en su vida diaria.
Es por ello que el 28 de agosto, Día del Adulto Mayor o Día del Abuelo en México, se vuelve necesario abordar los diferentes retos que implica llegar a la tercera edad y lo que se necesita para enfrentar la vejez de manera digna.
Los retos de una vejez digna
Primero que nada, hay que establecer que uno de los principios de una vejez digna es el acceso a los servicios de salud, que sean de calidad y que cubran las diferentes necesidades de los adultos mayores.
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México aproximadamente el 66 % de los adultos de entre 65 a 79 años requiere tratamiento por enfermedades como la hipertensión.
Además, las personas de la tercera edad tienden a padecer otras enfermedades debilitantes como los trastornos musculoesqueléticos, mentales y neurológicos, lo que los limita para hacer algunas actividades cotidianas muy básicas como cocinar, vestir o comer por cuenta propia.
Es por ello que con la finalidad de atender las necesidades de salud de los adultos mayores, se necesita prevención de forma individual, pero también atención desde el sector público.
Actualmente, se recomienda a las personas cuiden de su salud desde temprana edad para que con el paso de los años no se desarrollen enfermedades degenerativas que puedan mermar la vida, una vez que se llegue a la tercera edad.
Por parte de las autoridades se necesita fortalecer los esquemas de salud pública para que brinden atención profesional y de calidad en áreas básicas como la geriatría, a fin de garantizar un acceso universal a los servicios de salud.
Otro aspecto importante para valorar es la estabilidad financiera, pues de acuerdo con el IMCO, los hombres después de los 65 años tienen en promedio 9.1 años con una calidad de vida estable y sin pobreza.
Sin embargo, las mujeres apenas tienen en promedio 6.4 años de una vida estable y sin pobreza después de los 65 años, por lo que es necesario que cada una de las personas tomen decisiones a edad temprana que les permita afrontar de buena manera su vejez.
Ya sea a través de la Afore o mediante el ahorro individual, se recomienda gestionar los ingresos para que en algún momento estos ayuden a enfrentar de mejor manera la recta final de la vida.
Aquí también es necesario señalar que por parte de las autoridades se debe de fomentar una mayor apertura laboral, con oportunidades de trabajo para los adultos mayores, porque la mayoría aún puede ser económicamente activo y contribuir con su experiencia a la sociedad.
La falta de oportunidades provoca que la mayoría de los adultos mayores apenas vivan con lo mínimo; de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, el 53 % de las personas mayores a 65 años tienen un ingreso diario de aproximadamente 5 dólares, lo cual representa un poco menos de 100 pesos, es decir, menos del salario mínimo.
Culturalmente, también se necesita modificar el pensamiento colectivo de que los adultos mayores ya no pueden aportar nada en el ámbito laboral, económico y social, para lo cual es necesario reconocer su experiencia y las diferentes aportaciones que pueden tener desde su particular punto de vista.