¿Reutilizar o renovar la ropa? Los poblanos prefieren el “fast fashion”

¿Reutilizar o renovar la ropa? Los poblanos prefieren el “fast fashion”

Foto: Enfoque

A partir de octubre, la Secretaría de Estado de Ecología de Francia pondrá a disposición de sus ciudadanos un fondo de 154 millones de euros el cual fue creado para el programa Refashion qué estará vigente hasta 2028, con el objetivo de reducir la cantidad de ropa y calzado que los franceses generan año con año.

 

Con esta iniciativa, el gobierno francés espera reducir las 700,000 toneladas de ropa y calzado que se desechan anualmente y de los cuales, al menos dos tercios de la ropa terminan en vertederos. De esta forma se busca incentivar a que las personas reparen su ropa, dándoles una segunda vida a las prendas a base de reciclaje. 

 

Esta es una de las primeras iniciativas que la capital de la moda ha tomado para combatir el aumento de desechos que en los últimos años ha tomado gran impulso gracias al conocido fast fashion, una práctica que se ha instalado en México generando no solo un aumento en la cantidad de ropa que se desecha, sino también propiciando un aumento de las emisiones de dióxido de carbono, así como ha generado condiciones de explotación laboral.

 

Tras un sondeo llevado a cabo entre jóvenes poblanos, se pudo constatar que la práctica del reciclado de prendas es poco recurrente, aunque sí existe conciencia sobre la reducción de desechos y la preservación de la ropa. 

 

Sin embargo, la mayoría de los jóvenes consultados indicaron que suelen dividir sus compras de ropa por año o periodos de tiempo que suelen dividir en meses, antes de adquirir una nueva prenda. Asimismo, la mayoría busca adquirir ropa que se pueda utilizar en diferentes ocasiones, buscando tener un armario versátil

 

 

Por otro lado, el optar por tiendas de segunda mano parece ser una opción menos popular, a pesar de ser una de las alternativas más viables para el reciclado de prendas. Bajo este escenario, el reparar desde camisas, chamarras y zapatos parece ser la opción que más se considera, aunque la compra de una prenda nueva sigue prevaleciendo como la opción número uno. 

 

En este ámbito, las personas sondeadas indicaron que las aplicaciones de fast fashion son una de las principales opciones a la hora de adquirir ropa pues muchas veces representan un gasto menor, en comparación con ropa de marcas de renombre. 

 

Sin embargo, este tipo sistema comercial deja de lado la durabilidad y calidad de las prendas, provocando un mayor consumo y es que, en promedio un mexicano compra entre 18 prendas de ropa al año, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada a sus prendas existentes ya que se fabrican con materiales de baja calidad para asegurar un precio económico. 

 

El principal impacto latente del fast fashion está en la contaminación del planeta y no solo por su fabricación que involucra el uso de químicos altamente dañinos que se liberan en ríos y presas, pues incluso lavar la ropa provoca que un aproximado de 500,000 toneladas de microplásticos lleguen a los océanos años con año. 

 

México ha sido uno de los mercados textiles con mayor demanda desde los años 90 y desde 2018 la producción se ha concentrado únicamente en 10 estados: Estado de México, Hidalgo, Ciudad de México, Puebla, San Luis Potosí, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua, Tlaxcala, Guanajuato y Querétaro.

 

En contraste, desde inicios de los 2000, se han encontrado metales pesados en ríos cercanos a industrias textiles, como el cadmio y el cromo, en el río Lerma y el Atoyac, los cuales son conocidos por provocar cáncer en el ser humano.

 

En 2011 la asociación Greenpeace denunció lo laxa que es la normatividad mexicana en materia del cuidado del agua, como es el caso de las normas de descarga NOM001 y NOM002, las cuales no toman en cuenta la demanda química de oxígeno y la demanda bioquímica que son criterios internacionales que dificultan el análisis de sustancias específicas en el agua. 

 

La industria textil produce una gran cantidad de aguas residuales, las cuales contienen gran variedad de sustancias químicas tóxicas con propiedades nocivas para la salud y el medioambiente. Sin embargo, las empresas no se hacen responsables del daño sanitario a la población y al medioambiente.

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