Turismo de proximidad para este verano

Turismo de proximidad para este verano

Hasta hace algún tiempo la Organización Mundial de Turismo (OMT) no lo reconocía como actividad turística, antes se menospreciaba, pero se puso de moda después de la pandemia y ahora es una tendencia entre las clases más ricas, es el turismo de proximidad y puede ser una buena opción para este verano. Aquí lo explicamos.

 

Primero las restricciones de la pandemia y luego la crisis económica mundial han dificultado los viajes internacionales para turismo, de hecho, a nivel mundial, estamos 20% por debajo del volumen de turistas que se tenía antes de la pandemia. Medio Oriente ha logrado recuperarse, pero América presenta una contracción del 14% y los más rezagados, los asiáticos, muestran una caída del 46% (ver gráfica 1).

 

Elaboración propia con datos de OMT (2023)

 

Bajo estas condiciones una práctica que ha tomado bastante fuerza para no renunciar al ocio es el turismo de proximidad que se define como aquel que se realiza en la misma ciudad o región de origen, también es cuando por trabajo o por la escuela se vive en un lugar diferente y se regresa a casa. Esta caracterizado porque no implica grandes distancias para desplazarse y por tanto se realiza regularmente en carretera; no es costoso porque el consumo no es ostentoso o puede ser suplido por otros medios, por ejemplo, que el visitante lleve sus alimentos preparados. ¿Le suena familiar?

 

Sí, son los días de campo o las visitas al pueblo que las clases populares hemos realizado desde hace mucho tiempo, pero ahora están de moda entre la gente rica. ¿Qué es lo que está pasando?

 

No sería la primera cosa que los ricos imitan de los pobres: comer en platos de peltre; recurrir a parteras, la herbolaria o la medicina tradicional; usar ropa roída o de manta como los indígenas; broncearse para tener la piel morena. Le llaman vintage, alternativo o hípster y bajo esa etiqueta de marketing están vendiendo productos de pobres a precios muy altos. Por ejemplo, el huevo que pone la gallina en el rancho que la gente recoge persiguiendo a la gallina para ver dónde ha puesto y que antes era desdeñado comparado con el huevo de granja empacado que se vende en el supermercado, hoy alcanza precio elevados porque se etiqueta como “huevo orgánico de libre pastoreo”.

 

De la misma manera el turismo de proximidad antes se despreciaba por las clases altas, era motivo de burlas o de fotografiarse por “pintoresco” y se le llamaba despectivamente “gatear” por relacionar la salida del sábado por la noche o del domingo por la mañana con el día libre de las trabajadoras del hogar que lo usaban para ir a Chapultepec, la Alameda, el Parque de los Venados, la Villa o Xochimilco en ciudad de México; aquí en Puebla era el Paseo Bravo.

 

Las trabajadoras del hogar y sus familiares, amigos o pareja se llevaban tortas, tacos y refrescos para no tener que comprarlos; también se llevaban grabadoras o radios para escuchar música y a veces bailar. Ese espacio de apropiación de la clase trabajadora hoy también se vende con una linda etiqueta para los ricos: turismo ecológico, sustentable, incluyente, biodiverso, autóctono y hasta con cierta elegancia “pueblos mágicos”.

 

Desde la mercadotecnia se dice que es parte de la diferenciación del producto; antes comer en una vajilla de loza o usar cristalería era un sello distintivo de una clase alta, pero cuando los precios del mercado permiten que cada vez más personas lo hagan deja de ser diferente. Entonces el marketing le da un giro y ahora lo diferente es usar el peltre, si está despostillado mejor. Los mismo con el turismo, las aerolíneas de bajo costo han propiciado que viajar en avión sea más asequible para familias pobres, incluso algunas rutas son más baratas en avión que en camión. Viajar en avión ya no es distintivo, lo de ahora es “pueblear”.

 

Así que si en este verano su presupuesto está limitado no diga que sólo ira a un pueblo, puede decir que hará turismo de proximidad, alternativo, mágico.

 

Pero fuera de toda esta parafernalia discursiva hay una explicación económica. Rosa Luxemburgo lo adelantaba en el siglo XX: el capitalismo va agotando sus recursos y para sobrevivir necesita expandirse sobre los espacios no-capitalistas, absorberlos, subsumirlos a su lógica; volver mercancía lo que antes no era. “Pueblear” ahora se vuelve costoso y los lugares se gentrifican (se desplazan a los habitantes originales por advenedizos con mayor poder adquisitivo). El alquiler de vivienda, los alimentos, los servicios, todo se vuelve más caro y entonces conocemos la verdadera cara depredadora del turismo.

 

En el turismo de proximidad es importante la participación de los habitantes locales para que defiendan sus habitus y se beneficien del turismo, pero sin entregar sus comunidades o sin que ello les expropie su esencia.

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

 

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