En las últimas semanas, Puebla se ha convertido en noticia nacional por malas razones, y es que se dieron a conocer múltiples casos de abuso y maltrato animal. Los más sonados fueron los de la adolescente de Huauchinango que mataba perros y el del menor que cometió zoofilia con una perra en Atlixco, pero los hechos siguen sucediendo.
A parte de los dos casos citados, en días recientes salió a relucir otro caso de posible zoofilia, personas que lanzaron a un perro desde el cuarto piso de un edificio, sumado a los constantes reportes de personas que acusan a dueños irresponsables por tener a sus mascotas viviendo en azoteas o bajo el rayo del sol sin agua o alimento y en condiciones deplorables de higiene.
En Puebla, ya se cuenta con leyes de protección animal y recientemente en el Congreso se han propuesto y aprobado iniciativas en el mismo sentido. Pese a esto, los hechos de maltrato siguen y siguen como una constante en la entidad, pese al reclamo generalizado de la sociedad, organizaciones por los derechos de los animales y activistas.
Más allá del ruido que se genera en redes sociales, ¿qué tanto ha crecido este problema en la entidad? De acuerdo con los datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), de enero al 1 de junio de este año, en Puebla se registraron 79 denuncias por hechos considerados como maltrato o crueldad animal.
Hasta diciembre del 2022, la FGE recibió 230 denuncias de esta naturaleza, un aumento del 153 % respecto a los acontecimientos acusados en 2021. Estas son únicamente las quejas que se recibieron en la Fiscalía, ya que también se pueden presentar denuncias en la Secretaría de Medio Ambiente, Ayuntamientos o en el Instituto de Bienestar Animal (IBA).
Durante el primer semestre del 2023, el IBA ha registrado 21 casos de maltrato animal y se han dado 115 visitas de inspección, derivado de las denuncias ciudadanas. Apenas en 2022 se logró la primera condena por este delito, de tres años y ocho meses, más una multa de 187 días de salario mínimo por el asesinato del perro “Kimbo”.
El Código Penal del Estado señala en el artículo 470 que las lesiones, maltrato o crueldad contra un animal por acción u omisión serán acreedoras a una pena de seis meses a cuatro años de prisión y sumado a una multa de 200 a 500 Unidades de Medida y Actualización (UMA). Estas se pueden incrementar si se da extrema crueldad o se usa arma de fuego.
En el artículo 65 de la Ley de Bienestar Animal se establece que las sanciones incluyen el posible retiro de los animales inmiscuidos en las infracciones, así como multas de 20 a 20,000 UMAs, aunque incrementarán si hay reincidencia o si se comprueba crueldad contra el animal dañado.
Si ya se ha legislado, se imponen acciones penales, multas, y se han establecido instituciones encargadas de erradicar el maltrato contra los animales, ¿por qué sigue siendo una práctica tan constante en el estado?
Algo importante es empezar por atender a los problemas de tenencia irresponsable, ya que hay muchas personas que se adjudican la responsabilidad de adoptar un perro o gato sin tener los espacios o la capacidad para cubrir las necesidades que un animal requiere. Esto se alimenta debido a que en la actualidad es más fácil conseguir mascotas en muchos sitios que los crían indiscriminadamente.
Si bien es importante la legislación en favor del reconocimiento de los animales, no todo debe centrarse en las acciones penales en contra de los infractores, ya que esto solo es correctivo y no preventivo. En 2022, la organización “Sin Maltrato” hizo un análisis de las medidas punitivas que se han empleado en México y cuán efectivas han sido.
Hasta enero del año pasado, cuando se publicó el análisis, los casos por maltrato animal que ameritaron vinculación a proceso fueron apenas 18, de los cuales solo cinco recibieron una sentencia firme.
Por esto, llaman a no centrarse únicamente en acciones punitivas, sino también a campañas de concientización y sensibilización, además de que enfatizan en que lo mejor es emplear campañas de esterilización, cuidado y adopción, evitando así que incremente el número de animales abandonados y de reproducción y tenencia irresponsable.