La comparación que se hizo con la concentración de AMLO el primero de julio, con la de los Fabulosos Cádillac del pasado tres de junio, con intención o sin ella, distinguía dos facetas importantes del pueblo mexicano. Por un lado el deseo masivo del disfrute, de la búsqueda de la alegría, del relajo, del reconocimiento a un grupo que llena el gusto popular en su eficacia. Por otro, el aspecto político social, el también reconocimiento a un político que ha penetrado en los ámbitos populares y al que le da en masa, aún con lluvia, su expresión de estar con él. Muchos de los que asistieron a aquel evento del mes pasado, estuvieron presentes en el Zócalo, en el festejo del triunfo del 2018. Es bueno ir midiendo las expresiones del pueblo antes tan acalladas, cuando ahora las vemos de diferentes maneras en el mundo. En Francia, la enorme protesta ciudadana ante el asesinato de un joven argelino y la de Israel para protestar en enormes y millonarias caravanas en contra de la reforma judicial. Solo como ejemplos. Es el momento de las masas, pero también de la exclusividad en eventos, festividades y hechos fincados, que identifican a un pueblo o a un grupo. Por la misma fecha del primero de julio la etnia del desierto, los Seris de Sonora, celebraron su propio Año Nuevo.
LAS GRANDES FECHAS SIGNAN A LOS PUEBLOS ANTE LA NATURALEZA
No solo los chinos tienen su propio año y calendario, muy diferente al que sin consulta alguna nos impuso la iglesia católica y los gobiernos, algunos llamados laicos, han respetado. El calendario finalmente no es sino el tiempo seccionado en días, para fines prácticos. Muchos pueblos en el mundo tienen sus propios años y el pueblo Seri, una de las importantes etnias sonorenses junto con las yaqui, mayo, pima, pápago y muchas más, ha hecho la declaración de su Año Nuevo Seri que tiene no solo una connotación ante la naturaleza y el uso de los recursos por el cambio de clima, sino poética. Siempre me ha encantado la forma en que deviene la poesía en todas la etnias y la forma como el español que es su segundo idioma, toma un tono musical, a veces en frases recortadas, pero llenas de acento. Con el nuevo año dicen los seris, “llega la luna de las vainas del mezquite y comienza a reverdecer el desierto con su flora y fauna”. De acuerdo a lo que han publicado corresponsales, la naturaleza se abre en el mar y la tierra y las plantas hidrófitas sacan sus dones y el mezquite, la pitahaya, el palo verde y los cactus se alegran como seres vivientes para compartir sus semillas y frutos. Hay que considerar que estas etnias han sido víctimas de persecución y en algunos casos de muerte, pero en la unidad se aferran y protegen y hacen de la parte del desierto que está de su lado y la zona cercana a Bahía de Kino, el Desemboque, la Isla del Tiburón y otros sitios, cobijo de miles de indígenas que se aferran a sus costumbres.