La naturaleza se ensaña con Puebla en menos de un mes

Mayo estuvo marcado en Puebla por la intensa actividad del volcán Popocatépetl que causó estragos en diversos municipios, llegando incluso a otros estados. Cuando parecía que esto llegaría a su fin, se sumaron otros fenómenos naturales como lluvias torrenciales, granizo de grandes dimensiones, fuertes vientos, calores, tornados y la aparición de socavones.

En Puebla es normal que se vean estos acontecimientos todos los años, algunos con más frecuencia que otros y en determinadas temporadas, pero lo inusual es que sucedan casi en simultáneo, como ha ocurrido en las últimas semanas. Hace años que la entidad no era afectada por estos sucesos, además de que en esta ocasión han sido con mayor intensidad.

Entre el 21 y 22 de mayo la actividad volcánica fue la más pronunciada, con caída de ceniza que paró por completo al estado, cancelando actividades al aire libre y llevando a la suspensión de clases presenciales por una semana. Antes y después de eso también hubo ceniza, pero no en la misma cantidad. Aunado a la preocupación por el polvo del coloso, la angustia se incrementaba por la alerta en torno a una posible explosión.

Las explosiones del “Popo” fueron a tal grado que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) se vio en la necesidad de cambiar el semáforo de alerta, de Amarillo Fase dos a Fase tres, algo que actualmente ya se revirtió, pero igual afectó en todo el estado.

En cuanto “Don Goyo” se apaciguó, las lluvias se hicieron presentes, pero no simples precipitaciones, sino verdaderas trombas que dejaron como resultado árboles derribados, inundaciones en calles y granizos del tamaño de una pelota.

La caída de agua y hielo no son las únicas consecuencias, toda vez que esto también deriva en afectaciones al campo. Según la Secretaría de Desarrollo Rural, la última semana de mayo y los primeros días de junio en Puebla se estropearon más de 400 hectáreas dedicadas a la producción agrícola, todo a causa de las lluvias. Por si fuera poco, hubo personas que reportaron que el granizo arruinó las viviendas que usan láminas como techo.

Pese a esto, los pronósticos meteorológicos han advertido que apenas es el inicio de la temporada de lluvias fuertes, en la que aún se prevé caída de granizo, tormentas eléctricas y vientos de 15 a 30 kilómetros por hora.

Los vientos traen consigo otro fenómeno, el de los tornados, que ya se hizo presente en el estado. Fue el 14 de mayo cuando un tornado azotó la localidad de Santa María Techachalco, destruyendo cuatro casas del municipio de Chalchicomula. Para recordar el último ciclón similar nos tenemos que remontar al 2020, cuando surgieron otros en San Nicolás Buenos Aires y San Salvador el Seco.

La lluvia y los vientos parecerían sinónimo de climas fríos o templados, pero en los hechos esto no ha sucedido, toda vez que en la ciudad se registran grandes calores que han alcanzado hasta 40 grados centígrados.

Puebla, al igual que otros 15 estados de la república están en medio de la tercera ola de calor del año, que se pronostica dure hasta el 9 de junio. Si bien no todas las localidades llegarán a dicha temperatura, el promedio durante este temporal oscila entre los 35 y 40 grados.

Aunque suenan demasiados eventos, no han sido los únicos, puesto que también se ha informado sobre la aparición de socavones en diferentes puntos. En la calle 25 Sur y 3 Poniente usuarios en redes avisaron sobre un hundimiento que dejó varados automóviles en la zona. Lo mismo pasó en la avenida 32 Poniente, donde una pipa quedó atrapada por un gran hoyo en medio de la calle. Ambos casos en vísperas del segundo aniversario del gran socavón surgido en Juan C. Bonilla.

Los eventos han tenido repercusiones en lo económico, en la vida diaria de las personas, sus trabajos, y también en la convivencia de los poblanos, pero todo lo anterior tuvo lugar en un lapso de tiempo verdaderamente corto, de cuatro o tres semanas entre cada suceso.