Avalado por la Cámara de Senadores, el pasado 30 de octubre fue el último día que se vivió en México con el horario de verano, pues se aprobó la reforma a la Ley de los Husos Horarios aprobó la eliminación de esta medida. Se aplicó con la premisa de que la demanda de energía eléctrica sería menor, valiéndose más del aprovechamiento de la luz solar.
Deshacerse de esta práctica horaria también podría resultar contraproducente, pues el pico de uso energético se incrementa en comparación a los años en los que se empleaba el horario de verano. Anteriormente eso se llevaba a cabo en promedio dos horas, mientras que ahora sucede en tres, esto a causa de que oscurece más temprano y obliga a la gente a encender la luz antes.
Gracias al horario de verano, utilizado desde 1996, se ahorraba energía en los ocasos del día, puntualmente de 20:00 a 22:00 horas, pero ahora se ha recorrido de las 19:00 a las 22:00. A esto se suma que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no ha modernizado su infraestructura ni red de distribución, algo que da pie a los apagones, previstos entre mayo y agosto en varias zonas de México.
Según el especialista en materia, Ramses Pech, la infraestructura es precisamente el punto angular por el cual no se tienen mejores condiciones para la transmisión de energía. El experto señala que en el 2021 el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) solamente construyó 52 kilómetros para redes de transmisión. Esto es menos de 1 % de la red completa, lo que limita la capacidad de producir y distribuir más electricidad.
Aunque se anunció que era parte de acercarse a la soberanía energética, la compra de las plantas productoras de la empresa española Iberdrola, en términos reales, no implica que se tenga más infraestructura. Estas plantas son parte del sistema que ya existía, por lo que no se ha avanzado en la mejora de condiciones para cubrir las necesidades.
De acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener), con el horario que se hizo a un lado, en México se ahorraba el 1 % de la energía producida, equivalente a 1,400 millones de pesos anuales, lo que ahora se verá en pérdidas.
Además del cambio en los hábitos de trabajo, se suma que los mexicanos cada vez consumimos más energía. Los datos más recientes de uso per cápita de kilowatt/hora ha incrementado, ya que en 2020 estaba en 2.289,1 kW/h, mientras que para 2021, el último año de registro, se elevó a 2.375,3 kW/h, una tendencia que se da cada año sin que se modernice el sistema de producción y distribución.
Una vertiente más que causaría desabastecimiento de energía es el cambio de estaciones en el año, justamente en lo que se advierte anteriormente. A medida que se dan las temporadas de calor, las exigencias se hacen aún más pronunciadas por el uso de sistemas de calefacción para sobrellevar los climas, aunado al aumento de dispositivos electrónicos que requieren carga en los hogares.
Actualmente ya hay apagones en algunos estados de la república, un ejemplo es Veracruz. La CFE dio a conocer que la planta nuclear de Laguna Verde presentó una falla en un transformador de potencia en una de sus subestaciones.
Esto puede terminar en afectaciones para el país en varios aspectos, más allá de los posibles apagones, como el desarrollo económico. En los últimos meses se ha comentado que México se puede aprovechar del llamado “nearshoring”, que consiste en acercar las plantas de producción y manufactureras a los países consumidores como Estados Unidos.
Por su posición geográfica, México es una región con beneficios para crecer económicamente, pero esto se podría venir abajo si no se cubre la demanda de producción energética. Todo el capital extranjero que pudiera llegar no sería aprovechable si no hay capacidad de abastecimiento en hidrocarburos y electricidad.