Descaro infinito el de Occidente encabezado por el americano Estados Unidos, que se atrevió a ir a ver el Memorial de Hiroshima, cuyos efectos fueron causados por ellos mismos. Lo singular es que la propia víctima, Japón, los haya invitado a ver en la reunión del G-7, lo que expresa uno de los hechos más infames que ha cometido la humanidad. Fue el 6 de agosto de 1945 tres meses después del Armisticio. Los anales recuerdan que ante las agresiones japonesas en aquella crucial Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ordenó el estallido de una bomba atómica cargada con uranio 235 que el mandante nominó como Little Boy y tres días después, el 9 de ese agosto, envió a su reducto mortal Fat Man a Nagasaki, con plutonio 239. Harry S. Truman era el presidente. Los estallidos causaron 800 mil muertes instantáneas y 500 mil, días más tarde, con el resabio mortal de más de 200 mil contaminados con la radiación. Y todo fue de castigo para la pobre población que no esperaba el ataque, mientras que ahora muy orondo el promotor principal y gobiernos de sus países serviles, observan con toda naturalidad, el Memorial como si hubieran ido a contemplar una estructura artística. Obviamente, es un mensaje que envían. Pero es muy triste que Japón que pagó caro su rebeldía con esa y otras sanciones y que perdió a tanta gente, se haya prestado. Igual de terrible es lo que estaban haciendo esos gobernantes del G-7 en Japón: planear otra destrucción, venganza de los odios engarzados estadounidenses: la de Rusia y todo lo que ello significa.
EL ODIO INFINITO DE EU Y UN ENANO QUE CRECIÓ ENTRE PODEROSOS
Las reuniones de los gobiernos que integran el llamado G-7, al que invitaron por desgracia a Brasil (¿Qué hace Lula ahí cuando esos gobiernos enseñan la oreja del interés neoliberal?), son solo para estimular el odio, la destrucción, por más que propongan algo que a veces parece positivo. Su documento final ya esbozaba en bruto sus verdaderas intenciones: acabar con Rusia. Es parte de la campaña de Joe Biden para reelegirse, cuando sus condiciones de anciano son lamentables. Y como si se tratara de un gran personaje, se anunció que Zelensky llegaría al final, como si fuera un héroe, pequeño ucraniano que es utilizado por los poderosos del mundo sobre todo el del norte de nuestro país, para fincar sus intereses en estas reuniones. Miles les gritaban afuera sus verdades, sobre todo a Estados Unidos. Pero los del G-7 no quemaron sus naves. Aclararon que el asunto con China se cuece aparte, por más que se esfuerzan en América del norte por someterlo al mismo rigor que a Rusia. Eso pasaba, mientras la propia China esbozaba sus propios planes en su vasta y rica zona incluida la de Rusia, como una respuesta silenciosa que se alzaba contra la farsa de los capitalistas.
HIROSHIMA MI AMOR. SU CASO EN UN FILME, CONMOCIONÓ AL MUNDO
Aunque Hiroshima mon amour filme francés y japonés fue estrenado en 1959, 14 años después de la masacre gringa, ha sido uno de los que más impacto ha causado en el mundo. No es directamente la agresión expresada en escenas contra el pueblo japonés, sino un tema de connotación romántica que envía el mensaje de lo que es la violencia, a través de una pareja Emmanuelle Riva la actriz francesa y Eiji Okada, un actor japonés. Fue uno de los primeros trabajos del famoso director Alan Resnais, y su obra catapultó las miradas de los críticos. Fue nominada once veces en Hollywood y ganó en total con otras exhibiciones, siete premios. Aún hoy, es impactante. El guion fue elaborado por Marguerite Duras la famosa autora de El amante, aquel de la China del norte de su adolescencia (Editorial Planeta 1984). La conjunción de Resnais y Duras dio una gran película para recordarle a la humanidad, las grandes infamias de los miserables.