Emos vs punks: a 15 años del choque urbano más recordado de México

Emos vs punks: a 15 años del choque urbano más recordado de México

Hace 15 años, la glorieta de la avenida Insurgentes de la Ciudad de México se volvió el escenario de una batalla campal entre emos y punks, dos grupos urbanos que no lograban limar asperezas y gracias a ello colocaron al país en el centro de las noticias durante 2008.

 

Fue un 16 de marzo, cuando los emos llevaron a cabo una protesta pacífica en la Glorieta de los Insurgentes, y la convocaron a través de redes sociales como Hi5, MySpace, Metroflog y Messenger con el objetivo de manifestarse en contra de la intolerancia y agresiones que sufrían por parte de los punks.

 

Por un lado, los emos eran un grupo de jóvenes que se caracterizaban por usar ropa negra con pantalones entubados o “pitillos”, portaban peinados alaciados que cubrían gran parte del rostro con un largo fleco.

 

 

Podían delinear sus ojos y portar diademas o adornos en el cabello, preferentemente de tonos morados y fucsias para mantener una imagen de melancolía. En su momento, el académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, Andrés Alcántara Camacho, los señaló como adolescentes entre los 10 y 15 años, generalmente estudiantes de secundaria que adoptaron este estilo proveniente de corrientes musicales como el hardcore y punk de los años ochenta.

 

Tanto medios de comunicación como cualquier ciudadano solían catalogarlos como una tribu urbana, parecida a los punks, darketos, skatos u otros, pero para Héctor Castillo Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales y especialista en grupos urbanos, no cumplen con las características necesarias para serlo y sólo los califica como una moda.

 

“Se llegan a confundir debido a que parecen cumplir con una manifestación identitaria, aunque, a diferencia de los rastecas, quienes son perfectamente definibles por el tipo de pelo, ropa, música, hábitos y costumbres, incluso porque siguen la religión rastafari. En cambio, los emos no tienen ninguna propuesta”, señala Andrés Alcántara en su estudio “Emos, un perfil psicológico depresivo, 2008”.

 

Por otro lado estaban los punks, quienes a través de redes sociales aseguraron haber atacado a emos por haberse robado parte de su estilo e influencias. El punk surge a finales de 1970 en Inglaterra como un movimiento musical y cultural. El nacimiento de este género aparece como una mera rebelión al rock industrial de la época y sus letras son a modo de protesta, inspiradas en la independencia, anarquismo, autogestión y ese afán de luchar contra la religión.

 

 

Estos suelen caracterizarse por utilizar botas negras de estilo militar, cadenas y demás joyería como piercings, surgieron con bandas británicas como Sex Pistols, The Clash, y también americanas como Ramones o The Dead Boys. De estas influencias, sólo se toma la imagen o el nombre, pues la cultura que llegó a México nada tiene que ver con el movimiento punk. Los grupos musicales catalogados en esta esfera social tocan música diferente, cercana al pop y a la balada romántica, aunque prevalecen los mensajes depresivos y suicidas.

 

La relevancia de este movimiento fue tal, que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió un estudio sobre quiénes son los emo; las organizaciones civiles montaron mesas de diálogo para hablar sobre el tema; el Instituto Mexicano de la Juventud lanzó una campaña contra la discriminación y se llevaron a cabo marchas a favor y en contra en todo el país.

 

En el libro “¡Arde la calle! Emo, punk, indi y otras subculturas en México” (Random House, 2010) de Julio Martínez Ríos, consta el testimonio de Daniel, fotógrafo de ahora 33 años, quien afirmó que "el emo nos llamó a una generación que nos cagaba Caifanes y el rock en tu idioma".

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