Las palomas son aves que han encontrado en las ciudades un nuevo modo de vivir, pero más allá del sentido romántico que se les ha dado en las plazas y fuentes, conllevan un grave riesgo de convertirse en una plaga, además de ser un generador de múltiples enfermedades.
Hoy en día las palomas parecen adaptadas completamente al paisaje urbano, esto se debe principalmente a la migración, ya que encontraron en los edificios y grandes estructuras urbanas una mejor manera de anidar que en los acantilados, que es su hábitat natural.
Alrededor de la década de los 50, cuando comenzaron a construirse grandes edificios y estructuras en las ciudades, las palomas llegaron encontrando ahí un buen lugar para hacer sus nidos, además de que cambiaron sus hábitos alimenticios y dejaron las semillas para volverse omnívoros.
Actualmente, estas aves se pueden alimentar prácticamente de cualquier cosa, ya sea de carne u otro festín que puedan encontrarse en la basura o tirado en el piso, incluso han desarrollado la capacidad de comer el cadáver de otra paloma, así como de roedores.
Es este estilo de vida carroñero lo que ha provocado que las palomas se conviertan en un foco de infección y en muchos lugares sean consideradas una plaga, por el deterioro a las estructuras y monumentos que ocasiona su excremento.
Hoy en día es posible ver que muchas iglesias, monumentos y algunos edificios instalan mallas en las cornisas, marquesinas y rincones donde estos animales podrían hacer un nido, con la finalidad de que las palomas no se acerquen, pues su excremento es capaz de corroer de a poco las paredes o mancharlas de forma irreversible.
Aproximadamente, una paloma promedio produce entre 12 y 15 kilos de excremento al año, además, a diferencia de otras aves, usan sus nidos para depositar excremento, por lo que puede ser muy peligroso.
Un nido de paloma con un exceso de excremento acumulado puede llegar a producir el virus de la salmonela, el cual afecta principalmente a los humanos con graves infecciones estomacales.
Además, una vez secos, los desechos de las palomas pueden transmitir enfermedades por vías aéreas, tanto en humanos como animales, causando enfermedades principalmente en la piel y en las vías respiratorias.
Adicionalmente, estas aves son capaces de contagiar a otros animales con garrapatas, piojos, ácaros, chinches y hasta sarna, por lo que siempre es recomendable no tocarlas, principalmente en estado salvaje.
Las palomas son consideradas una plaga cuando se logra contabilizar a más de 400 ejemplares en un área de 1 kilómetro cuadrado, por lo que muchas ciudades han intentado erradicarlas, aunque es sumamente difícil.
En su hábitat natural, las águilas y halcones son los que se encargan de controlar la población, pero en las ciudades es difícil encontrarlas, por lo que no son capaces de ir erradicando a estas aves.