A los 78 años murió Leopoldo Roberto García Peláez Benítez, mejor conocido como “Polo Polo”, quien se caracterizó por desplegar una comedia basada en el doble sentido, albures y las alegorías sexuales que fue muy bien recibida por el público, algo que contrasta con lo que muchos humoristas viven en la actualidad.
El llamado “Rey del albur” fue el comediante de referencia para toda una generación, era visto como un pionero en donde todo era contenido y terreno para el humor, sin barreras morales, algo que en la época de su auge no fue un problema entre la gente, pues siempre fue aceptado y no tuvo inconvenientes con los valores de su tiempo. Nunca incomodó a grupos políticos, pues él mencionó que “no estaba muy enterado del tema”, por lo que prefería no meterse y seguir con su estilo, sin causar divisiones ni politización.
La aceptación entre los mexicanos también fue gracias a sus colaboraciones con otros intérpretes y personalidades más “familiares”, como el periodista Ricardo Rocha y otro comediante, Jorge Ortiz de Pinedo, en su programa “La Escuelita VIP”. Con ellos se abrió camino a nuevas audiencias y ganó mayor aceptación. A lo largo de su carrera, pasó de laborar en clubes nocturnos a llenar auditorios de miles de personas.
Siempre se mantuvo fiel a su estilo y no cambió su forma de trabajo ni enfoque. Su obra llegó a más público cuando comenzaron a comercializarse los discos con sus chistes y rutinas, que incluían los emblemáticos de gallegos o animales. Esto también lo hizo enfrentarse a la censura, pues se prohibió la distribución de estos por sus temáticas y su uso desmedido de lenguaje explícito, aunque luego vio en las nuevas plataformas un espacio más, YouTube se llenó de videos animados de él, sumado a su incursión en el cine.
Los chistes y actos que le dieron fama marcaron una clara tendencia en cómo se hizo reír a la gente en las décadas finales del siglo XX. Esas mismas actuaciones hoy son difíciles de ver en los escenarios, pues ahora se denota más el contenido como misógino, racista y políticamente incorrecto.
Sus mofas se centraban principalmente en grupos de mujeres, religiosos, extranjeros y homosexuales.
Hoy en día, la comedia apunta hacia otros lados, pues con un nuevo despertar social, las luchas de las minorías y la búsqueda de la igualdad de género, se ha abierto el espacio a nuevas voces que pretenden una nueva forma de hacer comedia. Por ejemplo, el contenido que hacía alusión a la homosexualidad en la época de Polo Polo se fijaba más en burlarse y fomentar los estereotipos que se tenían de este grupo, incluso, siendo raro ver a un comediante de la comunidad LGBT en los escenarios, algo cotidiano en la actualidad y que busca reivindicar a estos sectores.
El cambio en las tendencias también se debe a que los cómicos contemporáneos están muy influidos por la escena estadounidense, por el “stand up” que ahí impera. Este busca más el chiste que rodea el entorno de los autores y sus experiencias de vida, incluyendo temáticas o críticas sociales, sobre uno que está escrito con fórmula convencional.
En una entrevista, el standupero mexicano, Carlos Ballarta, dijo que la comedia en la actualidad debe evolucionar y, si bien no es obligación que esta haga reflexionar a la gente, sí debe buscar un modo más inteligente de hacer reír, afirmando que “no podemos seguir haciendo el humor de los 70”.