“Avatar: El Camino del Agua”, visualmente impactante pero una desilusión en su conjunto

“Avatar: El Camino del Agua”, visualmente impactante pero una desilusión en su conjunto

Trece años de espera desde aquel memorable “Avatar” que fuera la película más taquillera de la historia. Para ser precisos desde aquel mes de diciembre de 2009, cuando James Cameron deslumbró al mundo, como tantas otras ocasiones (“Titanic”, 1997 o “Terminator”, 1984), pero en esta ocasión creando un mundo onírico, extravagante, complejo y cautivador como fue Pandora, que dio pie a la esperanza de una saga que al fin se concretó con “Avatar: El Camino del Agua” (Avatar: The Way Of Water), pero que deja un sentimiento de insuficiencia e indudable nostalgia por la anterior entrega, que no debería de ocurrir… déjeme platicarle el motivo.

 

Resulta que la primera entrega resultó ser el gran hit que se esperaba. La estética visual, el argumento, el trabajo histriónico, los efectos especiales, la música y todos los elementos que formaron parte de esa cinta que, ciertamente marcaron un parteaguas en el mundo del cine digital, con tantas aportaciones técnicas y hasta emocionales, imprimieron conceptos dignos de recuperar y agregar a las nuevas realizaciones. “Avatar” fue en suma una revolución en sí misma, que por todo en lo que trascendió, debió evolucionar y romper con todo lo establecido o al menos superarse.

 

Lo cierto es que después de 13 años de estar preparando una cinta, a la cual se le invirtieron más de 300 millones de dólares, deberíamos esperar un derroche de recursos, no solo técnicos, también creativos, mucho mayor que en la anterior entrega, sin embargo, el nuevo filme no supera en nada a su antecesor.

 

Es verdad que los nuevos rincones de Pandora al que migran los Na'vi huyendo del feroz ataque de los inclementes humanos, encabezados por el malo de la película, que pareciera haber muerto en la primera entrega, son hermosos en su concepción, coloridos y engañan de una manera grandilocuente al cerebro humano para concebirlos como espacios reales, pero ni eso, ni los nuevos animales acuáticos o los viejos personajes.

 

Las secuencias de batalla están técnicamente impecables, las armas, las peleas, los movimientos, que si bien están apoyados en la cadencia de los actores, la magia la realiza un procesador que reviste los cuerpos y propicia los tonos y matices que llenan la pantalla, pero aún esto queda a deber.

 

El trabajo histriónico es bastante correcto, aunque de ser sincero, el vertiginoso cambio del mundo real al digital hace que por momentos se pierda la noción de los personajes, lo cual es un logro palpable de Cameron, pues la historia requiere de esa inconciencia visual colectiva para funcionar… pero aún eso no llena por completo mis expectativas, aunque es preciso reconocer a Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Giovanni Ribisi y demás actores que pusieron todo en sus papeles.

 

 

El mundo acuático de Pandora es pues un lugar lleno de novedades que como en todo trabajo de James Cameron hacen que nos vuele la cabeza, pero con 13 años para realizarla y más de 300 millones de dólares para concretarla, insisto en que me quedó a deber, ojalá a usted le llene del todo amigo lector.

 

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

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