La Liga MX sumó una más a la lista de polémicas de sus jugadores y equipos. Esto después de que Julio César “el Cata” Domínguez, jugador de Cruz Azul, diera a conocer imágenes sobre la fiesta que le organizó a su hijo de 12 años con temática de narcotráfico.
La celebración estuvo llena de menores, pero también contó con la presencia de otros jugadores del equipo como Carlos Rodríguez, Alonso Escoboza, Erick Lira y el argentino, Carlos Rotondi.
Con un castigo mínimo, el defensa de Cruz Azul no sufrió más que la separación del equipo para la primera jornada del campeonato. En su video de disculpa pública, el futbolista argumentó que realmente la temática era de un videojuego que le gusta a su hijo, además, deslindó de responsabilidades a la liga y al equipo, quienes se iban a encargar de darle sensibilización y capacitación para evitar que estos escenarios se repitan.
Pero este hecho es realmente una repetición de otras polémicas en las que se han visto envueltos los jugadores haciendo apología a la violencia. Aquí te presentamos otros casos controvertidos de futbolistas que no vieron mayor castigo…y ni siquiera salieron de la liga.
Era marzo de 2020 cuando el ecuatoriano, Renato Ibarra, entonces jugador del América, fue captado mientras intentaba agredir a su esposa Lucely Chalá, quien estaba embarazada. Aunque tardó, el club finalmente terminó separando al futbolista del equipo, pero no rescindió su contrato. Después de los hechos continuó su pasó por la Liga MX, regresó al América (marcando gol en su “debut”) y finalmente jugó en los Xolos de Tijuana. Actualmente juega en Ecuador, pero en ningún momento la liga o el equipo plantearon expulsarlo o terminar su relación contractual con él.
Cristian Campestrini y Matías Alustiza, argentinos que jugaron en el Club Puebla, fueron noticia en 2016 cuando se dio a conocer que, mientras transitaban por la ciudad, se dedicaban a molestar a la gente disparándoles con una pistola de balines. Así lo reconoció Campestrini en un programa de televisión en Argentina. Esto ocurría en 2015 y, a pesar de que la policía los detuvo, no se les aplicó ninguna sanción. Ambos jugaron en más equipos de país sin consecuencias
Hacia finales del 2020, Dieter Villalpando, quien jugaba para las Chivas de Guadalajara, fue acusado de agresión sexual en una fiesta en la que estuvieron presentes otros jugadores del equipo. Si bien el club se deslindó del futbolista y se le llevó a cabo un proceso legal, más equipos como Puebla, Necaxa y el Atlético San Luis (su actual equipo), no tuvieron reparo en tenerlo entre sus filas.
Fidel Kuri Grajales, empresario y político veracruzano, era dueño de los Tiburones Rojos de Veracruz. Durante muchos años el club se distinguió por ser uno de los que más incumplían sus contratos con jugadores y entrenadores. Esto era constante hasta que, en 2019, como acto de protesta, los jugadores se quedaron inmóviles en el inicio de partido contra Tigres, por lo que sus rivales aprovecharon la ocasión para hacer dos anotaciones. Finalmente, el club fue desafiliado ese mismo año y Kuri estuvo en prisión hasta octubre de 2022.
Quizá el acto de violencia más sonado de los últimos años es la pelea entre los grupos de animación de Querétaro y Atlas en el estadio de La Corregidora. En escenas de terror donde familias con niños corrían para ponerse a salvo, el saldo total fue de más de 26 heridos y detenidos de ambas barras. La sanción para Querétaro fue solamente de 1 año jugando a puerta cerrada, (mismo que se cumplirá en este semestre) y los dueños fueron obligados a vender la franquicia, algo que claramente no ha pasado.
Como estos hay muchos sucesos más que destacan por un factor común: la omisión de la Liga MX para aplicar sanciones ejemplares que ayuden a evitar que actos como estos dejen de ser comunes.
Mientras tanto, jugadores y equipos que pasen por alto los reglamentos saben casi con seguridad que quedarán impunes y seguirán en la liga sin consecuencias.