El día lunes la presión del gasoducto Nord Stream 2 caía bruscamente de 100 a 7 bares lo que confirmaba una fuga. En la noche pasó lo mismo con el Nord Stream 1. Son dos ductos que atraviesan el Mar Báltico para transportar gas de Rusia a Alemania. Las fugas ocurrieron muy cerca de las aguas territoriales danesas, ese gobierno corroboró que hubo explosiones equivalentes a una onda sísmica de 3 grados Richter. Se trató de un sabotaje o al menos, las probabilidades de que hayan sido accidentes son muy bajas.
Los gasoductos se encontraban sin operación porque Rusia suspendió el suministro de gas a Europa por el conflicto con Ucrania, pero no pueden dejarse vacíos, estaban llenos, esperando la reanudación del suministro. Con la explosión quedó inutilizada la infraestructura de 1,225 kilómetros y que costó más de 11 mil millones de dólares, puesto que no sólo se trata de reparar las perforaciones, sino que el agua salada ingresó al ducto generando una corrosión profunda.
La prensa europea y rusa han cruzado acusaciones. Aunque la hipótesis con mayores adeptos apunta a la autoría de Estados Unidos, algunos medios han planteado la posibilidad de que Rusia pudo haberse autosaboteado para darle una lección a Europa de que el suministro de gas no se reanudará con las negociaciones sobre Ucrania. Lo que es cierto es que se ha evidenciado la vulnerabilidad de las instalaciones estratégicas de Europa que ahora se encuentra a merced del gas que le provea Estados Unidos.
El caso es muy grave, incluso inesperado, porque las reacciones han sido bastante lentas o están actuando con demasiada precaución. Es tan grave que medios de comunicación norteamericanos han advertido de una posible guerra nuclear. Veremos que curso toma en los siguientes días, por lo pronto Rusia ha decidido la vía legal para que se trate el caso como “terrorismo internacional”.
Si lo vemos en términos geoestratégicos esto parece una jugada de “jaque mate” para la crisis económica en ciernes. Justamente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó las previsiones económicas con un panorama bastante sombrío, la recesión durará más de lo que originalmente se esperaba, las tasas negativas se mantendrán hasta 2024. Aunque la OCDE no proyecta una caída profunda, otros analistas y especuladores están apostando a que será la peor crisis de la historia y por primera vez la apuesta no es hacia acaparar activos financieros, sino alimentos. ¿Parece apocalíptica la visión? Hay algo peor.
Lo peor es que ya está a la vuelta de la esquina. En el mes de octubre podrán presentarse los primeros frentes fríos y con la interacción del fenómeno de la Niña, este invierno será bastante duro. El pueblo europeo está ya aterrorizado y están realizando compras de pánico que presionan la inflación aún más y que están generando desabastecimiento. En países como Francia y Bélgica se han presenciado manifestaciones masivas por hambre, ¡insólito para el primer mundo!
La siguiente gráfica muestra los movimientos en el precio del gas natural para un promedio de 27 países de la Unión Europea, significa que en un solo año se han disparado 120% y dado que la demanda empezará a aumentar, los precios seguirán subiendo. Lo mismo pasa con la electricidad que ha subido 214%, no hay bolsillo que lo aguante.
Elaboración propia con datos de EuroStat
Con dificultades para pagar el gas y la electricidad, los europeos se quedan sin combustible para sobrevivir y aunque Estados Unidos se ha ofrecido en suministrar el gas, Rusia representaba más del 40% de las importaciones. Es materialmente imposible sustituir a Rusia, por lo que se prevé que los precios alcancen nuevos máximos históricos y las reservas de Alemania lleguen a niveles críticos o incluso a cero.
Con un aumento exorbitante en los precios, escasez de los energéticos y una economía en contracción; las manifestaciones y la inestabilidad política se adueñarán de Europa. El deterioro del nivel de vida de la población europea está avanzando tan rápido que 14 millones de alemanes ya están en la línea de pobreza; en otros países, como España, el porcentaje de población vulnerable que caería en pobreza representa casi el 30%.
Los espacios para maniobrar políticas públicas son demasiado estrechos, una política fiscal que contenga el crecimiento de la pobreza es impensable cuando se ha optado por la medicina más amarga: subir las tasas de interés para contener la inflación; además de que los países han llegado a niveles inimaginables de deuda, nunca se había debido tanto dinero.
Pero a alguien debe beneficiar esta crisis. Las crisis, decía Marx, sirven para depurar los capitales más débiles y en el capitalismo la pérdida de unos siempre representa la ganancia de otros. Hay grandes interesados en la crisis porque esperan una mayor acumulación. ¿Quiénes son? Lo explicaremos la siguiente semana.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
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