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Uno de los exgobernantes que más indignación han causado a la sociedad mexicana sin duda es el hoy preso Javier N, exgobernador de Veracruz, quien está en la cárcel por diversos delitos, entre los que destacan asociación delictuosa y lavado de dinero.
Más allá de estos graves delitos, el desprecio de la sociedad mexicana se centra en la aplicación de agua en quimioterapias de niños veracruzanos con cáncer, sobre todo por la vida de lujo que se daban Javier N y su esposa Karime Macías.
Es precisamente Karime Macías motivo de discusión esta semana por el rechazo a un amparo que promovió para no ser extraditada hacia México, luego de ser detenida en Inglaterra y colocada como candidata a ser extraditada hacia nuestro país.
Karime Macías ha rebasado todo límite de cinismo, algo que se notaba desde el momento en que Javier N hacía y deshacía en Veracruz a su antojo. No se puede olvidar la frase legendaria de Macías, quien constantemente escribía convencida el “merezco abundancia”.
Y aunque no la mereciera, la abundancia llegó a manos llenas en su estancia en el DIF veracruzano, donde se encontró que simuló contratos con empresas fachada en perjuicio patrimonial al Gobierno del Estado de Veracruz por la cantidad de 112 millones de pesos.
Mexicanos contra la Corrupción reveló que cuando Macías dirigió el DIF de Veracruz ingresaron más de 415 millones de pesos en contratos a 33 empresas fantasma, algo que provoca mayor coraje entre los veracruzanos.
Luego de que fue capturado Javier N, Karime Macías no dudó en comenzar los trámites de su divorcio y se mudó a un lujoso departamento en Londres, donde también vivía una vida extravagante, como la que tenía en Veracruz, donde gastó millones en tratamientos de belleza.
Como “cereza” del pastel de corrupción, Karime Macías pretendía no ser procesada en México debido a que los delitos que se le imputan habían prescrito, dando a entender que sí había robado, pero ya no podían juzgarla por eso, motivo por el que los mexicanos esperan con ansias la llegada de Karime a México para responder por sus delitos.
