Si el artículo 124 constitucional deslindara a los estados de la República en materia de seguridad y concentrara ésta en la federación sería entendible la avalancha actual. Pero muy jirito el mencionado numeral recalca que eso sucedería si las facultades federales de seguridad fueran específicas. No es así y no lo es porque los señores gobernadores que se apoltronan en la acusación al centro, deben asumir sus obligaciones sobre seguridad. La norma se los permite y exige. El artículo no los deslinda. Están obligados a vigilar estrictamente la seguridad de sus entornos como libres y soberanos que son. Entendible por lo sufrido, que los curas y diversos sectores sobre todo de Chihuahua, mencionen la inseguridad en ese estado. Lo que no lo es, es que enseguida, reproducido por medios, lancen la necesidad de modificar la seguridad nacional y el propio Senado tome el caso en la medida de sus despechos. Si en Chihuahua hay serios problemas de inseguridad, lo inmediato es forzar la seguridad interna, revisarla y ver en que están fallando. De otra manera la federación sería una especie de nodriza para darle de mamar a los ineptos que gobiernan algunos estados, cuya deficiencia se expresa en casos como los que acaban de suceder en la Tarahumara.
La seguridad debe ser permanente en lo federal, estatal y municipal
La famosa acta constitutiva del 31 de enero 1824 fue muy clara en la división de poderes ya delineados posteriormente en la carta magna que entró en vigor el 4 de octubre de ese año. Son tres los poderes y cada uno tiene su ámbito de competencia. Todo eso fue reproducido a partir de ahí a lo largo del siglo XIX en tres constituciones más, hasta la actual de 1917. Cada parte de la federación tiene un ámbito de competencia. Y la ciudadanía debería de tenerlo claro si realmente leyera su Constitución. El que siempre recurra y se apoltrone gente en la capital del país, un estado que tiene derechos propios y la mala suerte de los poderes federales, significa que los gobiernos de los estados en lo general no están cumpliendo sus obligaciones. Los estados más violentos del país son los que han creado la fama de un México violento en el mundo. Pero son estados gobernadores por diferentes partidos. Estados como el de México del PRI, Jalisco de MC, Chihuahua del PAN, Michoacán actual de Morena, ex gobernado por el PRD, Guanajuato del PAN, que solo en 2021 elevó la cifra de muertes a 3 mil 673, son algunas de las entidades que con su violencia no controlada por sus propios gobiernos, han creado la fama que tiene en lo general el país.
El régimen seguirá con el sistema nacional de seguridad pública
Muertes que impactan como la de los periodistas o en el caso pasado de los religiosos de la Tarahumara, ponen al país de cabeza, como si todos los esfuerzos que se hacen valieran nada. Al respecto, con datos que pueden considerarse conservadores en lo que se refiere a la etapa calderonista, López Obrador demostró en la Mañanera que la lucha contra
la inseguridad es un programa permanente que ha ido dando frutos. Las condiciones creadas durante épocas, la demanda permanente de droga de Estados Unidos, son temas fundamentales que los críticos soslayan. Esperaban un jardín de rosas, la inmediatez con la llegada de la 4T, sin tomar en cuenta los asideros que se habían instalado. En su libro Por la novela policial (Unión de Escritores y Artistas de Cuba 1982) el escritor y poeta cubano ya fallecido Luis Rogelio Nogueras, menciona el libro Todo es secreto hasta un día, del escritor Juan Carlos Fernández. El capítulo que le dedica a Fernández, con el título Nada es secreto para siempre, Nogueras menciona como se eliminó el “bandidismo” en la Sierra Maestra en la etapa pre revolucionaria. La forma como la región estaba infectada no solo de contrarrevolucionarios cubanos, sino de delincuentes que había diseminado Estados Unidos para enfrentar la lucha que llevó a la Revolución. Destaca las buenas descripciones de Fernández, un excelente escritor, en torno a ese fenómeno, que produjo la detención de más de 2 mil personas entre contrarrevolucionarios y delincuentes. Las sierras, como ahora ocurre en la Tarahumara, son propicias para ese tipo de bandidismo. Como lo llaman los cubanos.