Si sintonizamos las transmisiones de TV nacionales veremos el regreso de “La Academia”, un programa que no se ha renovado a pesar de llevar 20 años al aire. Al cambiar de canal encontraremos a Laura Bozzo, quien hasta hace unos meses estaba prófuga de la justicia. Con suerte, por la noche, habrá alguna película de menos entretenida. Tal parece que se les terminaron las ideas a las televisoras mexicanas.
Lo anterior nos deja claro que cada vez hay menos contenido sobresaliente en las señales del país, donde se siguen repitiendo los mismos reality shows, series y telenovelas, siendo estas últimas las menos interesantes, muy alejadas de los dramas que paralizaban al país en sus mejores épocas. Además, los comerciales consumen más tiempo, abarcando un promedio de 20 minutos por cada hora de programa.
Pero la falta de innovación de las grandes televisoras en México no solo es culpa de su administración, sino también de las audiencias, las cuales consumen lo que se emita sin importar si tiene algún aporte educativo, muestra algo singular o está bien producido.
Ni las nuevas tecnologías, ni las plataformas de streaming abriéndose paso en el mercado, hacen que las televisoras se renueven y se preocupen por presentarse ante las nuevas generaciones, que cada vez ven menos televisión abierta.
A más de seis décadas de su llegada al público mexicano, la televisión mexicana sigue bajo las influencias de la televisión estadounidense, copiando programas como “La niñera”, “Survivor”, “La Voz” o “Master Chef”, así como “tomando prestadas” ideas de otros países latinoamericanos, adaptando novelas como “Yo soy Betty, la fea”, “RBD” y “Patito feo”.
La programación televisiva en México está lejos de valerse por sí misma y de subir sus estándares de calidad. No parece importarle la competencia, pues sigue presentando productos repetidos, así como tampoco parece aprovechar el gran alcance que todavía sigue teniendo.