Las obsesiones han acompañado a muchas series, que se han convertido en íconos de la cultura popular y que en gran medida han marcado momentos inolvidables a muchos seguidores de esta narrativa audiovisual contemporánea en la que ha evolucionado el cine. Una muestra de este argumento es la trascendencia de la serie Stranger Things, que apareciera por primera ocasión en la plataforma Netflix en julio de 2016, para volverse un referente.
La serie que comenzara con actores pequeños de edad, pero con gran talento, dirigida por Matt Duffer (Creador), Ross Duffer (Creador), The Duffer Brothers, Shawn Levy y Nimród Antal, narra la historia de un pequeño pueblo en los Estados Unidos llamado Hawkins, donde suceden cosas muy extrañas que la han colocado como referente de lo sobrenatural.
Para los fanáticos de “Stranger Things”, la serie ha evolucionado a pasos agigantados desde esa primera temporada que fue épica, con una narrativa tan detallada y llena de planos subjetivos y descriptivos en extremo, pero que le abonaron tal intensidad a la historia que la volvieron la favorita de los espectadores.
La serie está ambientada en los años ochenta y por cierto, la ambientación tiene tal relevancia en la historia, que nos remite a aquella lejana época, con cada detalle visual. La música destaca por su gran calidad, no solo la original, la que fue creada para volver identificable a “Stranger Things”, también hay referencias musicales y visuales a cintas icónicas de la época como “La historia sin fin” (1984) o “El despertar del diablo” (1981).
La temporada dos abonó su parte de emotividad y le dio más y más fuerza para fortalecer a una tercera temporada que pareciera haber caído en cierta zona de confort, con su resolución aparentemente tan simple, que muchos pensamos, era el fin de ese memorable papel de Once que interpretó Millie Bobby Brown, aunque solo dejó la puerta abierta para una intensa y ESPECTACULAR cuarta temporada que, por cierto, aún no termina.
Es preciso explicar que la temporada final, ha sido dividida en 2 partes, la primera, que es hasta donde nos permite ver Netflix, cuenta con 7 episodios, que van in crescendo en información y en intensidad, hasta llevarnos a un clímax catártico, pero que ciertamente nos dejan con la necesidad de más, mucho más, poniendo a los personajes en la más tensa de las situaciones.
La serie se ha valido de la gran invención del maestro David W. Griffith en su “Intolerancia” (1916), con el manejo constante de las historias paralelas, aunque la gran fortaleza de esta cuarta temporada en particular se debe a ese manejo de historias por separado que están íntimamente relacionadas y que nos dejan al filo del sofá.
La segunda parte de esta cuarta temporada se estrenará el próximo 1 de julio, aunque son solo dos capítulos, uno de los cuales, al parecer dura más de 2 horas.
En suma, es una serie totalmente recomendable para quienes no han tenido contacto con ella, y para los fanáticos no se deben perder esta temporada final, les aseguro que se quedarán impactados.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.