Los feminicidios de alto impacto, como el de la universitaria Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, en Escobedo, Nuevo León, tienen como efecto positivo que recolocan en la agenda informativa los gravísimos problemas de violencia de género que padece este país hace muchísimas décadas, por constancia propia desde los años 50.
Bajo tal efecto, la mediocracia por lo general misógina y homofóbica –en los contenidos de la programación televisiva que reducen a la mujer a objeto sexual, la cosifican sin que casi nadie denuncie con vigor–, se traviste en “feminista”; los conductores actualizan la grandilocuencia en notas y juicios de ocasión, incluidos los radiofónicos; partidos y dirigentes machistas reaparecen indignados y exigentes, pero no a sus gobernadores y alcaldes, como Samuel García y Mariana Rodríguez, de Movimiento Ciudadano, sino al gobierno federal. Politiquería frente al dolor de familiares y evasión grave de responsabilidades.
En paralelo con la crisis de feminicidios en Nuevo León y la frívola e incompetente pareja (des)gobernante, el país padeció en marzo pasado la mayor cifra de violaciones sexuales desde 2015 en que se hizo la primera medición a cargo del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al llegar a 2 287 casos. En el reporte Información sobre violencia contra las mujeres, el estado de México figura como la entidad donde más violaciones se denunciaron durante marzo, con 819. Le siguen la Ciudad de México, con 589 casos; Nuevo León, con 354; Chihuahua, con 327, y Guanajuato, con 226.
La medición tiene un error de origen, está elaborada en términos absolutos, sin correlacionar el número de habitantes con el de las violaciones. Y por supuesto que siempre será el estado de México y la capital las que acumulen el mayor número de estos ilícitos porque el primero tiene 17 millones de habitantes y la segunda 9 millones. Como lo hace la ONU, debe medirse por cada 100 000 habitantes.
También resulta indicativo de la magnitud y diversidad del problema, el reporte de los Centros de Justicia para las Mujeres en México 2021, que dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística, que revela que el principal tipo de violencia sufrida por las mujeres es emocional y la persona agresora más frecuente resultó ser la pareja o expareja.
El registro de los 55 Centros establece que desde 2019 predomina la violencia emocional, seguida de la física, económica y sexual. Al 30 de junio de 2021 se reportaron 100 532 incidentes de violencia emocional (34.1%), 66 667 con violencia física (22.6%), 22 967 de otro tipo (7.8%), 22 794 de tipo económica (7.7%), 16 981 sexual (5.8%), 10 432 patrimonial (3.5%) y ocho incidentes de trata de personas. Los Centros reportan que, entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2019, atendieron por primera vez y dieron seguimiento por situación de violencia a 285 574 féminas. En 2020 atendieron a 246 325 mujeres y durante el primer semestre de 2021 reportaron 164 347 féminas atendidas. Y en la primera mitad de 2021 se atendió a 66% de lo que se hizo en 2020. Lo que promedia más de 760 mujeres al día en dos años y medio.
Problema mayúsculo de carácter estructural, centenario y muy probablemente milenario que obliga a trascender la inmediatez por parte de la sociedad toda, los tres poderes de la Unión y los tres niveles del Ejecutivo, destacadamente los medios de comunicación, la escuela y la familia, si lo que se busca es avanzar en la construcción de la igualdad de género.
Acuse de recibo
Se reanudarán las sesiones del Grupo María Cristina y Héctor Peralta anticipa, “Eduardo: Aunque yo no haga acto de presencia, como admirador de tu enjundia, te felicito por esos años de entrega casi taurina, capoteando tormentas que se dicen fácil y aunque también en el caso de los Tres Mosqueteros, los ‘20 años no son nada’ porque has sabido salir victorioso de los duelos que has librado. Eso me lo hace reflexionar más el haber cumplido el día 18 pasado, mis primeros 45 Plus años y 70 en mi práctica médica. Recibe un afectuoso abrazo”… Una reseña: “Buena charla de tarde-noche por el día del libro, con dos que se las saben todas. Los tamaulipecos Eduardo Ibarra Aguirre y Moisés Edwin Barreda. Atentos escuchas el michoacano Rodrigo Aridjis, la zacatecana Guadalupe Méndez que se sumó al final y yo, la mexica-sonorense Tere Gil. Muchos temas, algunos con voz alzada entre ponentes y escuchas. Y en el tapete, personajes, reconocimiento y repulsa, la 4T aciertos y errores, datos a granel y dudas sobre la señora (Frida) Kahlo que aclaró Aridjis. A un lado el ron habanero y el mezcal de Oaxaca y una jarra de sabrosa agua para Ibarra que no toma. En la cocina ya descansaba lo que quedó de la pibil yucateca y el chilorio de Sinaloa. Enfrente, en un anaquel de cedro veracruzano, está el grueso tomo de los maestros rusos de la editorial española Planeta. Como ven, todo fue muy plural. En su día, el libro se lo merecía”.
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