Luego de dos años de no poder hacerlo, millones de mexicanos disfrutaron de unas vacaciones de Semana Santa sin las restricciones provocadas por el COVID-19, principalmente en destinos de playa y pueblos mágicos.
Aunque la pandemia no ha terminado, la baja considerable de contagios en México permitió que trabajadores y estudiantes se olvidaran por un momento de las actividades diarias como no habían podido en dos años de pandemia.
De esta manera, vimos en playas y otros lugares a millones de personas olvidándose un rato del trago amargo pasado por el COVID-19, aunque el regreso a la realidad la próxima semana será muy fuerte y muchos sufrirán de un duro síndrome postvacacional.
Este tipo de depresión no es grave y se caracteriza por la incapacidad de muchas personas de poder regresar de manera rápida a la rutina diaria de sus trabajos, provocando también un rendimiento muy bajo.
Alteraciones en la conducta como irritabilidad, apatía, falta de atención, tristeza, cansancio físico y síquico son habituales en la depresión o síndrome postvacacional, donde la gente además está altamente vulnerable
Por si esto fuera poco, está comprobado que un 70% de las personas no se siente cómoda en sus trabajos, lo que va a facilitar la aparición del síndrome postvacacional.
Un trabajo impersonal, frustrante, rutinario, que impide el desarrollo personal, la autorrealización y un estilo de vida más armonioso, saludable y social es clave para la aparición de esta depresión, pues los trabajadores pasaron unos días alejados de esta triste realidad a la que no quieren regresar.
Para lograr salir de esta depresión, es necesario que el trabajador se convenza de que es una pieza importante de su trabajo y trate de mantener una relación más sana con sus compañeros y jefes.
Además, debe comprender lo necesario e importante que es en estos tiempos tener una fuente de ingresos, la cual le permitirá que un futuro viva otra vez momentos agradables como los que pasó en vacaciones.