La cultura hegemónica ha puesto nuestras conciencias en tal disposición, que ha conseguido vendernos ideas de todo tipo, productos de toda índole, políticas sociales y económicas de todas naturalezas, incluso en contra de nuestros propios pilares culturales que se apoyan en tradicionales y herencias de tinte familiar.
Las grandes transformaciones que ha vivido el mundo con el vertiginoso avance de la tecnología, separando el plano virtual del real y luego entremezclándolos, ha resultado en virtualidades peligrosas a nivel personal en todos los planos, pero con una evidente repercusión económica, como en el caso que nos muestra la serie documental de Netflix, “Bad Vegan: Fame. Fraud. Fugitives”.
La serie muestra, en cuatro episodios, el fatal momento que enfrenta Sarma Melngailis, una famosa chef vegana, cuando conoce al que en su momento consideró el amor de su vida, un tipo misterioso que le vende la idea de que es soldado y espía y que trabaja por el beneficio del gobierno estadunidense, con quien se casa y comienza a padecer grandes tropiezos.
La serie indaga en la pérdida de la razón y la voluntad de parte de la famosa chef, quien en múltiples ocasiones es retratada como un ejemplo a seguir en el mundo de los restaurantes hípsters de Nueva York, famosa por sus grandes relaciones con otros cocineros de gran talla.
Dirigida por Chris Smith, la serie nos lleva a profundizar en la endeble identidad de Sarma quien se deja ver como una suerte de chica hipnotizada a quien su misterioso novio la ha hecho perder toda voluntad y por ende la capacidad de decisión, orillándola a cederle la batuta de todo cuanto la rodea, escudo que evidentemente le permite asumirse como inocente ante el fraude financiero a los inversionistas de su restaurante y a su empleados, quienes pasan muchos meses sin recibir un centavo de compensación por sus labores cotidianas.
El fraude que gesta la extraña pareja asciende a dos millones de dólares, y el discurso de mujer honesta lo adereza la historia de un perro inmortal, historia que le cuenta su novio para convencerla de cederle el poder, sin que aparentemente esto implique cuestionamiento alguno.
El cuento de hadas se va transformando de a poco en una historia de terror donde la bruja no se queda fuera y terminamos viendo un giro inesperado que deja ver las culpabilidades de todos, incluso de la propia princesa, que muy probablemente pueda ser considerada la bruja de la historia.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.