Soñar no cuesta nada. Pero normalmente los sueños deben tener argumentos para que se piense que pueden ser posibles. Es decir, yo no voy a soñar con ser el delantero estelar del gran Puebla de la Franja si tengo la habilidad de Ronaldinho después de 10 días de carnaval.
Pues esto aplica también en la política, donde muchos mirreyes de la aldea poblana, que en su vida han trabajado por un capital político, sueñan con cosas grandes.
Dijera el “Chicharito” Hernández: “Hay que soñar cosas chingonas”… Pero tampoco hay que abusar.
Y eso es lo que hace en estos momentos el dirigente estatal del PRI, Néstor Camarillo, quien sin pensarlo dijo que sí desea ser en algún momento gobernador de Puebla.
¡Ora!
Sí, este joven líder del expartidazo considera que solo es cuestión de esperar para que “se le haga”, tal como sucedió con Guillermo Pacheco Pulido.
Y Néstor Camarillo apunta de inmediato a 2024 con esa sonrisita que solo tienen esos soñadores que creen en los Reyes Magos y en que el PRI sigue siendo el partido de partidos.
Lo que no entendí es que si su objetivo era esperar a ser un “bombero” como Pacheco Pulido o en serio quiere ser candidato a la gubernatura.
Porque si es esto último, entonces, amable lector, estamos todos locos y váyame apuntando a mí también para despachar en Casa Aguayo.
No sé ustedes, pero estos sueños de Néstor Camarillo me recuerdan a la canción de “Chava” Flores “A qué le tiras cuando sueñas, mexicano”.
“¿A qué le tiras cuando sueñas, Camarillo?
¿A hacerte góber en loterías con un millón?
Mejor trabaja, ya levanta a tu partido
Con sueños locos solo pierdes la razón”
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