Explorar un conflicto social de la magnitud de una guerra, es siempre un reto complejo para un cineasta y su equipo de trabajo, más aún, cuando se trata de presentar la visión de un niño ante tal impresión. En el caso de la cinta danesa, “Una sombra en mi ojo”, dirigida por Ole Bornedal, el desafío es bien superado y asumido como una gran fortaleza, pues el trabajo del protagonista, el pequeño Bertram Bisgaard, como un niño que pierde el habla por el impacto de ver el ataque aéreo de un automóvil detrás suyo, es poco menos que espectacular.
La historia del filme se ubica en 1945 en Dinamarca, cuando un grupo de la Royal Air Force se encuentra combatiendo al ejército Nazi en la clandestinidad y pretende realizar un ataque aéreo sorpresa a las instalaciones de la Gestapo en territorio danés, donde tienen recluidos a varios revolucionarios en el último piso, pretendiendo usarlos como escudo humano.
El plan en un momento se sale de control y algunos de los aviones que realizarían el ataque al cuarte alemán, acometen por equivocación la escuela católica de la ciudad, un acontecimiento real, denominado Bombardeo de Shellhuset, donde se encuentran en clases niños y religiosas, quienes se ven sorprendidos por el inesperado bombardeo y deciden resguardarse en el sótano de la construcción para intentar mitigar el efecto de las colisiones.
En este entorno, entra en acción Henry (Bertram Bisgaard), un niño que vivía en provincia, pero le toca ser espectador de una lamentable equivocación en un bombardeo, el cual mató a 3 chicas y un hombre que circulaban en su automóvil detrás de él. Este impresionante suceso le provoca el trauma de perder la capacidad de hablar, por lo que su madre decide llevarlo con su tía, para que pueda sentirse más tranquilo al lado de su prima.
El conflicto al interior de la familia y en el contexto de los otros padres de los estudiantes de la escuela, alcanza el clímax, cuando se acercan a la escuela y ven la estructura de la construcción en deplorables condiciones, intentando participar para sacar a los pequeños de ahí.
Henry juega un papel indispensable en la comunicación entre las familias de los lesionados y trasladados al hospital de la región y entra en conflicto con su trauma de nos poder hablar.
La cinta de Netflix resulta intensa e impactante, con secuencias fuertes en extremo, que nos hacen notar la calidad del realizador nórdico, Ole Bornedal, capaz de hacernos imaginar un espacio en absolutas ruinas, con tan solo mostrarnos el rostro desencajado de una monja llamada Teresa (Fanny Leander Bornedal), a quien nos pintan como la rebelde del convento, quien se encuentra atrapada bajo los escombros, charlando con la pequeña Rigmor (Ester Birch), quien se encuentra atrapada, aunque nunca aparece a cuadro, solamente menciona lo duro de su situación, en la víspera de ahogarse porque tiene la mandíbula atravesada por una varilla de metal y el agua que se está fugando, sube rápidamente sin que ella pueda hacer nada para remediarlo.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.