El adjetivo de borregos, aplicado por el presidente Andrés Manuel en el comunicado del gobierno de la república, leído por él en la mañanera del viernes 11 en la frontera del sur de México (Tapachula, Chiapas), con lujo de detalles explicativos y la imitación del berrido de los animalitos, predominó en la discusión sobre el mensaje del Parlamento Europeo, votado el jueves 10 por una aplastante mayoría de 607 votos a favor, 2 en contra y 73 abstenciones.
Los números muestran el bajísimo apoyo que el gobierno de la Cuarta Transformación tiene en un importante segmento de la burocracia política europea, sean borregos o no, desinformados o manipulados.
Más todavía si, como dice la respuesta redactada por el propio López Obrador y Jesús Ramírez: “Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación…”
Los parlamentarios de la Unión Europea denuncian “a la retórica populista del presidente Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias de prensa diarias para denigrar e intimidar a periodistas independientes, propietarios de medios de comunicación y activistas”. Aquí muestran su rostro, les preocupan los dueños del oligopolio mediático representados por Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas, amos y señores de la televisión productora esencialmente de basura, Alejandro Junco y Juan Francisco Ealy, propietarios de Reforma y El Universal previo despojo de sus dueños originales, y una cauda de finísimas personas que hacían negocios energéticos, mineros, carcelarios y de salud extorsionando a gobiernos de los tres niveles y los tres poderes de la Unión.
Los periodistas independientes y los activistas son morralla discursiva para los legisladores que consideran a México “como el país más mortífero para los periodistas fuera de zona de guerra”, lo que a juicio de los senadores que integran la mayoría en Reforma e Insurgentes “violenta los cánones establecidos al no haber hablado antes con el Senado mexicano”.
Efectivamente, la respuesta del gobierno mexicano es directa, dura, ajena a los cánones y prácticas diplomáticas como lo es el comunicado de los eurodiputados, además de los groseros argumentos esgrimidos por uno de sus promotores principales, Leopoldo López Gil, empresario venezolano, padre del muy violento opositor al gobierno de Nicolás Maduro, eurodiputado del español Partido Popular. El legislador está acusado de corrupción en Venezuela y es un reconocido amigo de Felipe Calderón y su grupo político. Justo el señor de la “Guerra contra el narcotráfico” que todavía causa estragos en México, dirigida por Genaro García Luna, brazo derecho del michoacano que todavía jura que desconocía los compromisos del súper policía con el consorcio criminal de Joaquín Guzmán Loera, y por ello preso en Estados Unidos.
Si la respuesta mexicana es atinada o no, depende del propósito que le asignó Obrador y todo indica que consiste en marcar un hasta aquí sin márgenes para la duda a las prácticas injerencistas del Parlamento Europeo –más allá de las atribuciones contempladas en el Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea–, a través de las élites políticas españolas subordinadas a los intereses de las trasnacionales energéticas Iberdrola y Naturgy, BBVA, Santander... Escogieron un excelente momento para presionar al gobierno en víspera de las definiciones legislativas en materia de energía eléctrica y de litio, el decisivo mineral del siglo XXI.
Acuse de recibo
De Víctor Ramos: “Únicamente un gobierno legítimamente electo y libre de ataduras al corrupto gran capital puede responder a (Antony) Blinken y a sus corifeos de Estrasburgo con valor. Detrás de la censura a México, no sólo a su gobierno, ocultan su rechazo a la Reforma Eléctrica que beneficiaría a la sociedad de México, pero afectaría a los grandes consorcios con raíces en Europa y Washington. Con honrosas excepciones, el Parlamento Europeo es un organismo parásito falto de información no sólo sobre la realidad de México, sino de Europa. Se ha visto en su posición respecto al conflicto de Ucrania, donde en lugar de salvar vidas mediante una solución pacífica, se han plegado a los intereses de los fabricantes de armamento. El panfleto contra México revela la mano del imperio a través de su testaferro Blinken. El documento no parece haber sido redactado en Estrasburgo, sino más bien en Wall Street o en Langley, sede de la CIA. La composición de la votación y sus antecedentes revelan que en el Parlamento predominan los elementos apoyados por los consorcios europeos ligados al gran capital en México. Otra parte son burócratas desinformados sin criterio. La minoría progresista, pero desinformada de la realidad en México, cayó en el juego de la gran geopolítica debido a la presentación demagógica de la resolución. El resultado fue una censura absurda por ser en contra del primer gobierno democrático en la historia de México”.
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