Uno de los grandes éxitos del cine de Guillermo del Toro ha sido destacar las características más elementales del ser humano, aquello que lo tiene atado a la naturaleza y que explora su rusticidad, sin salirse del contexto social y cuestionando las normas generalizadas que todos debemos seguir al pie de la letra para no ser sancionados. Sin embargo, en “El callejón de las almas perdidas” (Nightmare Alley), el cineasta mexicano no muestra monstruos socialmente funcionales, más bien destaca al monstruo que todos llevamos dentro, apoyado en la novela del mismo nombre, de donde extrae el interesante argumento.
El filme narra la historia del estafador Stan (Bradley Cooper), quien en la década de los años 40 en la ciudad de Nueva York se une a la vidente Zeena Krumbein (Toni Collette) y su esposo Pete Krumbein (David Strathairn) un mentalista, con el único propósito de hurtar todo cuanto pueda a un millonario, aunque el plan se transforma por completo, con la aparición de la Dra. Lilith Ritter (Cate Blanchett) una psiquiatra que participa apoyando a los delincuentes.
Hablamos de la segunda adaptación de esta novela, materializada por Del Toro como un thriller que no se aleja del todo del mundo de lo paranormal y lo místico, pues el contexto se ubica en una feria de lo extraño, donde se exhiben seres con deformidades, aunque a pesar de esto, es ciertamente es un filme diferente en lo absoluto, a todo cuanto conocemos de Guillermo Del Toro.
El trabajo guionístico es fantástico, como en prácticamente todos los filmes del tapatío, poniendo una gran carga en los diálogos, tan profundos y sensibles que se quedan en la memoria. El propietario del circo de nombre Clem, interpretado por Willem Dafoe, señala entre otras cosas que su espectáculo es sobresaliente, porque a la gente le gusta ver que otros son miserables para sentirse bien consigo mismos, lo cual nos lleva a una tremenda reflexión.
La mano de Del Toro se nota claramente en la atmósfera expresionista, cargada de tonos lúgubres, morados y oscuros, con el uso constante de neblina y noches de nieve, captadas a la perfección por la lente Dan Laustsen que, justo es decirlo, realiza una labor impresionante en la dirección de fotografía.
En suma, se trata de un filme redondo que, con un trabajo histriónico, visual y hasta sonoro, se queda en la cabeza y en el corazón. Una cinta llena de emociones, que al final es lo más importante de un largometraje, transmitir la emotividad que el director desea, lo cual consigue con una efectividad extraordinaria, haciendo de “El callejón de las almas perdidas” una película muy recomendable.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico trejohector@gmail.com o sígame en mis redes sociales “Cinematografo04” en Facebook y Spotify, así como “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.