Luego de los hechos violentos presentados en el Estadio Corregidora de Querétaro, directivas de clubes del futbol mexicano y autoridades de gobierno de cada estado con equipo de Primera División, han comenzado a idear estrategias para evitar enfrentamientos de este tipo.
De acuerdo a algunas voces, el principal culpable de este tipo de hechos violentos es el consumo desmedido de cerveza al interior de los estadios, lo que genera que se calienten los ánimos y se produzcan enfrentamientos.
Debido a esto, directivas y autoridades han puesto sobre la mesa la posibilidad de prohibir la venta de cerveza al interior de los estadios, acción que se tomaría a la brevedad en diversos inmuebles, incluido el Cuauhtémoc de Puebla.
Sin embargo, parece que este no es el camino más rápido para frenar la violencia y como muestra se puede tomar lo que sucede en países sudamericanos, donde desde ya hace varios años está prohibida la venta de cerveza en las sedes futbolísticas.
Cabe destacar que debido a la violencia que se daba en los inmuebles futboleros, en Colombia, Brasil y Argentina se determinó no vender cerveza ni otro tipo de bebida embriagante en los estadios.
Sin embargo, esto no ayudó en nada a frenar los enfrentamientos que se daban entre aficionados, ya que el consumo excesivo de alcohol se comenzó a dar afuera de estos recintos, por lo que los fanáticos entran ya borrachos a los juegos.
Lo anterior ya se ve desde hace mucho tiempo en México, pues es costumbre entre los aficionados tomar cerveza previo a los partidos, para solamente terminar de alcoholizarse al interior del inmueble, por lo que tendría que colocarse alcoholímetro para realmente evitar que entren personas ebrias, algo que suena imposible.
Otra medida que se pretende adoptar es limitar el consumo de cerveza entre los aficionados, permitiendo solo dos vasos para cada uno; no obstante, será imposible contar cuántas cervezas lleva cada espectador en inmuebles que reciben más de 20,000 fanáticos.
Eso sin contar las pérdidas económicas que tendrán las personas que se dedican a vender cerveza en los estadios, que muchas veces representa el único ingreso de miles de familias mexicanas.