Vuelve el perro arrepentido

Vuelve el perro arrepentido

“Vuelve el perro arrepentido, con sus miradas tan tiernas, con el hocico partido y con el rabo entre las piernas”.

 

Hoy más que nunca esta frase toma relevancia en el panismo poblano.

 

Y es que la derrota de la exjefa Geno ha dejado muchos, muchísimos huérfanos. Algunos mejor guardan silencio, otros se suben a pleitos ajenos solo para figurar (caso UDLAP) y otro trata de quedar bien con los nuevos líderes.

 

Ese es precisamente el caso de Eduardo Alcántara Montiel, quesque coordinador de la bancada panista en el Congreso local, que no encuentra la manera de quedar bien con la dirigencia estatal, comandada por Augusta Díaz de Rivera.

 

Una fuente bien informada al interior del PAN comentó a este columnista que, con el triunfo de Díaz de Rivera, Alcántara Montiel entró en pánico y ahora anda cual perro faldero buscando ganarse la confianza de la nueva dirigencia.

 

El lobo que se sentía intocable bajo el resguardo de Genoveva Huerta, hoy es un corderito que desea ser perdonado por todas sus marrullerías… y de paso que no le quiten la coordinación de la bancada panista.

 

Constantemente se ve a Alcántara Montiel hacerse el aparecido en actos públicos del alcalde Eduardo Rivera Pérez, pese a que fue de los panistas que se opusieron a su candidatura y trataron de hacerle la vida de cuadritos.

 

¡Vaya! Hoy en día Alcántara Montiel no duda en “ensuciarse” las manos limpiando postes y señaléticas junto con el alcalde Eduardo Rivera.

 

La única vez que vi a Alcántara Montiel ensuciarse las manos, amable lector, fue cuando quiso sembrar evidencia de un “fraude” en la elección interna del Comité Municipal del PAN, donde fue contundentemente derrotado por Jesús Zaldívar.

 

Pero parece que nada de esto le va a funcionar, pues todos conocen el tipo de persona que es Eduardo Alcántara Montiel, quien además ha mostrado una actuación gris como coordinador panista.

 

Por lo anterior, no es un secreto que sus días como “líder” del blanquiazul en el Congreso están más que contados.

 

Sí, vuelve el “diputado” arrepentido, con su mirada perdida, con el orgullo partido y con la pena a cuestas.