Las contraseñas son objetos indispensables en el mundo virtual. Ya sean datos bancarios, redes sociales, o incluso la entrada al hogar, todos los seres humanos protegen sus preciadas pertenencias con una serie de códigos que podrían ser, sin saberlo, vulnerables y estar a disposición de todos.
Los métodos de robo y estafa digital han ido evolucionando a lo largo de la historia del internet. No obstante, los hackers siempre están creando nuevas formas para obtener datos personales que podrían desencadenar, por ejemplo, en la venta de una cuenta personal (ya sea de streaming, transporte o incluso una red social).
Una de las estrategias más utilizadas en este ámbito se denomina Phishing, un truco sicológico diseñado para convencer a alguien de hacer algo que no debería. Los delincuentes se hacen pasar por algún familiar, ser querido o autoridad que decide contactar con el usuario para pedir “ayuda” en alguna situación:
A través de un link sospechoso, la descarga de un archivo o el registro de una página, los hackers crean malwares que roban tus datos de navegación o toman control -a larga distancia- de tu dispositivo electrónico. Similar a la extorsión telefónica, en este caso los usuarios deben tener cuidado y revisar a fondo qué clase de información o archivo están recibiendo.