Una historia que estaba bien guardada en los medios de comunicación de principios de los años noventa es la de “Las Castradoras de Santa Fe”, una pandilla de chavas banda que se dedicaba a hacer justicia por su propia mano en el caso de violadores y acosadores sexuales de aquella época. Las chicas, según la cinta de Julián Hernández, “La diosa del asfalto”, tuvieron relación con la banda de Los Panchitos, una de las más sanguinarias que se recuerden.
En un escenario decadente, como son los tiraderos de Santa Fe, en la Ciudad de México, en los primeros años de la década de los noventa, el cineasta mexicano Julián Hernández coloca a un grupo de chicas que se alían para enfrentar una realidad que las tiene agobiadas por la inmundicia y los problemas familiares, quienes interactúan en el mundo de rock urbano.
Protagonizada por Mabel Cadena, Paulina Goto, Nelly González, Alejandra Herrera, Samantha Orozco y Ximena Lara, interpretando a las integrantes de la temida banda ochentera-noventera, su trabajo histriónico queda un poco a deber pues en la mayor parte del filme nos venden la idea de chicas de situación económica paupérrima, aunque con actitudes y gestos que denotan lo contrario, ciertamente, una notoria deficiencia del filme.
Indudablemente, lo destacado del largometraje es el rescate de la historia, pues cada vez es más extraño que alguien mencione el término “chavos banda” cuando se tiene una conversación sobre la juventud y sus diversas identidades, pareciera que fueron una cultura urbana cuya temporalidad se quedó marcada en los ya lejanos años ochenta, cuando un grupo de jóvenes de las zonas altas cercanas a Tacubaya (en la Ciudad de México), que en apariencia “intentaban mexicanizar el movimiento punk” fueron materia de constantes noticias por el grado de violencia que usaban para perpetrar sus robos y venganzas.
El trabajo de investigación de Julián Hernández ubica a “Las Castradoras de Santa Fe” en relación directa con la famosa banda de “Los Panchitos”, tan destacada en aquella época, lo cual se vuelve una referencia totalmente directa a la cinta del mismo nombre, dirigida por de Arturo Velasco en 1987, que recoge las vivencias de estos chavos banda.
La estética visual es tan parecida a “La banda de los Panchitos” que pareciera ser un modelo para seguir, haciéndonos recordar los filmes de aquellos años, que podíamos ver en las grandísimas pantallas que había en todo el país.
El filme, que resulta interesante por el argumento, aunque un poco pesado por su ritmo, está disponible para su beneplácito en la plataforma de video bajo demanda Netflix.
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