A lo largo de la semana se han acumulado las tensiones entre Estados Unidos y Rusia y han aumentado sus posiciones militares en Ucrania. Los mercados financieros han actuado con cautela y nerviosismo, las bolsas de valores acumulan cinco días de pérdidas y las monedas de países emergentes, incluyendo el peso mexicano, están depreciándose. Algunos analistas alertan de una inminente guerra, mientras que otros advierten que la guerra ya empezó.
Para entender un poco lo que pasa en Ucrania tenemos que recordar la historia de rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS). Ambos países se aliaron para combatir a los fascistas durante la segunda guerra mundial; pero después hicieron manifiestas sus diferencias, centradas principalmente en el modo de producción que cada uno promovía (capitalismo vs. socialismo). A este periodo se le conoce como “Guerra Fría” y se caracterizó por que el conflicto entre ambos países se libraba a través de terceros países. Entre estos episodios podemos mencionar las guerras de Corea y Vietnam, la crisis de los mísiles en Cuba y las campañas bélicas en África.
Con el pretexto de proteger los intereses “democráticos”, Estados Unidos firmó un tratado con diez países en 1949, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se convirtió rápidamente en un instrumento de amague para los países soviéticos y sus aliados. Cuando la URSS se desintegró en los años noventa, uno de los acuerdos tomados con Estados Unidos fue poner fin también a la OTAN, esto nunca se formalizó y con el paso del tiempo se negó.
En algunos documentos se señala que el compromiso de Estados Unidos fue limitar la influencia de la OTAN para que no resultara un peligro para Rusia y las nuevas repúblicas que se independizaban de la URSS. Tampoco esto se cumplió. La estrategia de la OTAN fue incorporar como miembros a los países exsoviéticos como la República Checa, Lituania, Letonia, Estonia y más recientemente Ucrania.
Pertenecer a la OTAN garantiza seguridad a los países, aunque algunos ciudadanos consideran que se trata de un club de guerra demasiado caro. La OTAN es la responsable de las aventuras militares en Afganistán y Medio Oriente. Es una fachada de las decisiones bélicas de Estados Unidos, verdadero responsable de las guerras pero que sabe repartir astutamente los gastos entre los países miembros. De hecho, las administraciones de Obama, Trump y Biden han obligado a los países de la OTAN ha aumentar de forma sostenida su gasto militar para seguir financiado el club. En la gráfica siguiente se observa como países tan pobres como Grecia (que llevan 15 años de recesión y estancamiento) han elevado su gasto militar hasta casi el 4% del PIB, más del doble si se compara con países como Alemania.
Elaboración propia con datos de Banco Mundial (2020)
La incorporación de Ucrania a la OTAN se da en medio de protestas de gran parte de la población que se opone por motivos ideológicos, pero también económicos y sociales, pues Ucrania deberá aumentar su gasto militar y disminuir otros rubos como salud y educación. La población en oposición ha sido calificada por la prensa de Occidente como “rebelde” y es acusada de apoyar una posible invasión de Rusia. La realidad es que a Rusia le preocupa la incorporación de Ucrania a la OTAN porque eso significa que las tropas de estos países puedan aproximarse a Rusia desde su frontera sur.
La preocupación de Rusia se fundamenta en las agresiones de las que ha sido objeto por parte de Estados Unidos, como las sanciones económicas impuestas desde el gobierno de Obama, que les han bloqueado el acceso a los capitales financieros.
Es tan alarmante el nivel de tensión al que han llegado las cosas que algunos especialistas han afirmado que de iniciarse el conflicto sería el equivalente a la Tercera Guerra Mundial. Otros intelectuales como Noam Chomsky y Atilio Borón han dicho que la guerra ya empezó y sus consecuencias podrían tener alcances nucleares. La BBC de Londres, cuyo país apoya abiertamente una eventual guerra, ha anunciado varias señales para indicar que el conflicto ya inició.
Como en todas las guerras, Estados Unidos se está encargando de ganar también la lucha mediática y forjarse la mejor imagen para legitimar sus aventuras. Hay una intensa campaña contra Vladimir Putin y Rusia, a la que quiere atribuirle características de la Unión Soviética, que por supuesto ya no son válidas. Si hoy la indignación es causada por los militares rusos desplegados en su territorio y no por los militares norteamericanos desplegados fuera de su territorio, la campaña mediática gringa está funcionando.
*Profesor-Investigador Universidad de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos