Tenista ruso ingresó a Australia con COVID-19; asegura que los jugadores no son monitoreados

Tenista ruso ingresó a Australia con COVID-19; asegura que los jugadores no son monitoreados

Foto: @AndreyRublev97

Andrey Rublev, un tenista ruso que ya está en la tercera ronda del Abierto de Australia, reveló que ingresó al país pese a resultar positivo a COVID-19, incluso aseguró que, al igual que él, los jugadores no son monitoreados todos los días.

 

En una entrevista para el sitio Sport Klub previa a su partido de tercera ronda, Rublev se negó a hablar sobre el caso de Novak Djokovic, deportado de Australia por no estar vacunado; sin embargo, reveló que las autoridades lo dejaron ingresar al país pese a estar enfermo de coronavirus.

 

Rublev, número seis del ranking ATP, se impuso el miércoles en el Grand Slam con un contundente triunfo ante el lituano Ricardas Berankis por 6-4, 6-2 y 6-0, quien se enfrentará el viernes al croata Marin Cilic.

 

Al respecto, dijo: “No me están haciendo testeos ahora porque acabo de superar el coronavirus. Cuando volé a Australia, todavía era positivo, pero el nivel de Covid, como se le llama, no mentiré, era muy bajo y no peligroso. Me permitieron entrar al país. Además, pasé más de 10 días en cuarentena”.

 

Además, Rublev afirmó que al aterrizar en Australia las autoridades le hicieron una prueba de anticuerpos, pero no un PCR: “Tal vez todavía era positivo. Pero ya no soy contagioso ni peligroso. Debido a que estaba enfermo, ya no hago pruebas de PCR”.

 

Ayer el tenista alemán Alexander Zverev también dijo que los tenistas no son sometidos a testeos diarios y podrían estar enfermes de COVID-19, lo cual sería la respuesta a los signos de fatiga y cansancio del australiano Bernard Tomic durante el primer set del partido contra el ruso Roman Safiullin.

 

Estos dichos llaman la atención por el caso Novak Djokovic, quien fue expulsado de Australia por no estar vacunado contra el COVID-19, pues según las autoridades el serbio representaba una “amenaza a la salud y al orden público”, ya que su presencia podía avivar el “sentimiento antivacunas”.

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