En política hay algo que por nada del mundo se debe promover: la violencia en cualquiera de sus presentaciones.
Un “líder” popular tiene una gran responsabilidad, donde se debe ponderar el mantener la paz en cada una de las demarcaciones que representa, sobre todo si estas tienen un historial de violencia que se quiere erradicar.
Esto no lo lleva a la práctica la diputada federal de MORENA, Inés Parra, quien pese a no contar con una sola iniciativa en los casi cuatro años que lleva como legisladora, ha logrado sembrar el odio entre pobladores de la región de Ajalpan.
Más por temas políticos que por verdadero conocimiento de causa, Inés Parra ha alborotado a la población para que de manera violenta se manifieste en contra del cobro al Derecho al Alumbrado Público.
Y que me perdonen las voces que aplauden y defienden a esta legisladora por el hecho de ser mujer, el género no debe ser justificante para que un odio personal se traslade a la sociedad y se genere violencia.
Mucho menos si la persona que está promoviendo estas acciones no tiene la mínima calidad moral para protestar, pues poco o nada ha hecho como legisladora federal.
Insisto, amable lector, esto no es tema de género. Sería estúpido pensar que se puede justificar cualquier tipo de violencia si esta es promovida por una mujer.
Sea hombre o mujer, todo aquel que pone a una población en punto de ebullición para protestar con violencia, debe ser criticado, cuestionado y hasta vetado de cualquier puesto popular.
México y Puebla no está para representantes populares incendiarios. Ya de por sí estamos totalmente divididos como población como para que ahora se meta la violencia en el día a día del país.
Si la diputada Parra no tiene la intención de figurar en el Congreso de la Unión como una legisladora productiva, al menos que figure como una persona que defiende a sus representados sin la necesidad de fomentar la violencia.