Uno de los grandes consejos que mucha gente da cuando se aproxima una fiesta que seguramente terminará en una borrachera mortal, es no beber alcohol sin haber comido, debido a que el licor se “subirá” y embriagará más rápido a quien lo consume.
Pero esto va más allá que una borrachera en tiempo récord, pues aunque nuestro estómago es una máquina casi perfecta, el alcohol es una sustancia que le provoca daños que ni siquiera él muchas veces entiende.
Y es que cuando bebes alcohol, solo una parte se absorbe en el estómago, mientras que el 80% se va al intestino delgado para luego ir al torrente sanguíneo, y es en este proceso donde viene el verdadero problema.
Al comer, la puerta de salida del estómago se cierra y ayuda a que el alcohol pase lentamente por el intestino y se absorba poco a poco, lo que no sucede si tu estómago tiene la puerta abierta de par en par.
Si no comes antes de consumir alcohol, el alcohol pasa sin restricción alguna hacia el intestino delgado y te emborracharás mucho más rápido, además de que la capa protectora del estómago queda muy dañada.
Por este motivo, no está de más que antes de que le entres con fe a las bebidas “coquetas”, tu estómago tenga al menos un sándwich para evitar daños a tu intestino y que te embriagues más rápido.
