Se cumplieron tres años de la toma de posesión de Andrés Manuel y contra muchos pronósticos, sucedió algo inédito: lejos de perder popularidad, llega con el mayor apoyo que haya tenido algún mandatario en por lo menos los últimos 50 años.
Le ha tocado lidiar con una alicaída economía que comenzó su picada en 2017; se ha enfrentado a la peor pandemia mundial de la historia reciente y sus gravísimas consecuencias económicas; sorteó un desabasto de gasolina para frenar el huachicol; ha sofocado el punto más alto de violencia y convive todo el tiempo con una campaña de odio y desinformación financiada por la oligarquía. Cualquier gobierno ya se hubiera derrumbado y cualquier gobernante habría caído en descrédito. Pero Andrés Manuel no da tregua, lo que demuestra que, si bien el individuo tiene muchos méritos, hay una masa popular en proceso de organización que respaldará a toda costa la transformación.
No es un político cualquiera, sus pies recorrieron ya los andares de muchos otros luchadores sociales. Ha sido compañero del pueblo y de su sufrimiento, por eso se le siente tan cercano, se le mira con respeto, pero también con familiaridad y hasta con cariño como para decirle amablemente “peje” o “cabecita de algodón”. Nadie como él conoce la realidad nacional, hasta cuando la oposición lo tilda de loco o irresponsable, es tan certero su dicho que gana más simpatía del pueblo.
Se levanta muy temprano. No habla lento, habla sereno para que el pueblo vaya entendiendo, porque ante todo es un pedagogo. Las mañaneras irritan a muchos periodistas, pero no se enteran que no son para ellos, sino para el pueblo. A las siete de la mañana tomamos clases de historia, economía, civismo, ética. Nos hemos politizado, nos empoderamos, nos envalentonamos, nos pone felices y con el corazón henchido vemos la rabia de los que otrora se burlaban y despreciaban a los humildes.
Se acabaron Los Pinos y el derroche grosero a costa del pueblo; se acabó el avioncito, los lujos y los sueldazos de los funcionarios. A los traidores apátridas se les acabó su cuartito de hora y se hacen trizas las fauces neoliberales que hambreaban a los trabajadores. Para 2022 los salarios aumentarán 22%, lo que nunca subieron en 40 años, en la frontera el mínimo será de 260.34 pesos diarios, que suma un acumulado de casi 200% en lo que va del sexenio, este porcentaje es equivalente a la suma de los aumentos de 1996 a 2018 (ver gráfica 1). Junto con los salarios, la reforma laboral ha prohibido prácticas de precarización como la subcontratación vía outsourcing y ha hecho obligatoria la afiliación al Seguro Social de trabajadoras domésticas.
Elaboración propia con datos de CONASAMI
Se quitaron las pensiones a expresidentes y hoy se pagan a nuestros abuelos tres mil cien pesos bimestrales que para 2024 serán duplicados. Los jóvenes que estudian la preparatoria reciben también tres mil doscientos pesos bimestrales y los que no han podido estudiar ni trabajar son incorporados al programa Jóvenes construyendo el futuro que garantiza inserción laboral y capacitación.
En materia de infraestructura se construye la primera refinería en 30 años y se da mantenimiento a otras 6, para que en 2024 alcancemos soberanía energética y disminuya la dependencia con las importaciones de gasolina. El Litio es considerado un recurso bajo propiedad de la nación y se han acabado los contratos injustos de las compañías de electricidad para devolverle a la empresa estatal su dominio.
En el olvidado sur se desarrollan zonas libres de comercio y el ferrocarril de pasajeros más modernos de América Latina que conectará los pueblos de la península. El próximo año se inaugurará el aeropuerto Felipe Ángeles a menos de la mitad de lo que hubiera costado el de Texcoco y con un mantenimiento promedio anual menor al 25% del que tiene el Benito Juárez lo que permitirá a las aerolíneas bajar considerablemente los costos de transportación.
La economía no se ha derrumbado, ni el dólar vale 30 pesos, ni la inversión ha huido. Por el contrario, está aumentando el genuino bienestar de las personas y se siente. Estamos en plena transformación, con mucho trabajo, pero con la barriga llena de mariposas. Son tres años, ya con la locomotora encaminada y sin freno, más le valiera a la oposición escuálida apartarse. Pero no hay que confiarnos, la reacción acecha para retrogradar, sigamos bregando, juntitos, sonriendo, porque así no nos cansamos, arrimamos el hombro y desarrimamos el pie, así se reconstruye nuestra Patria.
*Profesor-Investigador Universidad de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos