Las (mal) llamadas autoridades están tomando la inminente posibilidad de una cuarta ola de Covid con mucha ligereza.
Están jugando con la vida de millares de mexicanos que, de buena fe, aún creen en sus palabras.
“Salgan a manifestarse”, dijo no ha mucho el oficiante de Palacio Nacional desde su púlpito mañanero.
“A ponernos la pila”, acaba de invitar el clon de AMLO –léase Claudia Sheinbaum--, invitando a la población a montar la bicicleta en paseos por las avenidas capitalinas cada domingo.
Inopinadamente, la mayor parte del país, excepto Baja California, está ya en semáforo epidemiológico verde.
Salgan, manifiéstense, bailen, monten la bici…
… aún a sabiendas de que en China, primero…
… y ahora en Europa, la cuarta ola de la mortal pandemia está en su apogeo.
Y no. Aquí no pasa nada. Ni pasará. Hasta que pase.
Desfile de Día de Muertos…
… Fórmula 1…
… Buen Fin…
… aglomeraciones…
Y aquí nos protegen los “detentes” religiosos.
Aquí podemos salir a comer en fondas, como convida López Obrador cada que sale a las entidades de la República a buscar las frituras y caldos más grasosos.
Aquí, a diferencia de los chinos y de los europeos, tenemos al gran científico Hugo López-Gatell que se las sabe de todas, todas…
… tenemos una gran infraestructura hospitalaria…
… medicamentos para dar y regalar…
… y, eso sí, un personal sanitario de primera.
Comenzaron ya los fríos invernales.
La pandemia acecha.
Y del saldo mortal, desde hoy ya sabemos quiénes serán los responsables.
Ebrard y Thales, desde 2013
Una reciente investigación periodística dio a conocer que la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo de Marcelo Ebrard, dio un contrato de hasta 3 mil 325 millones de pesos para la emisión de pasaportes electrónicos a un grupo de empresas, la mayoría parte de Thales Group, que recibió una multa millonaria en España por fraude.
Thales y Ebrard tienen una historia antigua.
También fraudulenta.
Aquí di a conocer, a finales de marzo de 2014, que el grupo de origen francés había sido subcontratado por Telmex de Carlos Slim –por todas partes aparece el empresario de origen libanés-- para desarrollar y poner en operación el Sistema SMSC4i4 de la ciudad de México, esto es, el de videovigilancia de las calles y avenidas capitalinas.
Y los franceses hicieron miles de promesas y compromisos. Hasta bajarle la luna y las estrellas a Marcelito, quien a la sazón jefaturaba lo que era el gobierno del Distrito Federal. Y no cumplieron.
Se llevaron mil millones de los impuestos de quienes contribuimos fiscalmente en la capital nacional… y no hubo consecuencias legales, mucho menos penales.
Entre otros compromisos, una solución llave en mano, desde el diseño hasta la puesta en marcha, integrando varias plataformas de software sobre un aplicativo de gestión, como responsabilidad de Thales, resultaba un argumento de ventas decisivo respecto a las propuestas de empresas españolas e israelitas, además la empresa francesa ofreció también la instalación de un laboratorio de capacitación y un vasto programa de transferencia de tecnología, ofertas y compromisos que, como sus equipos, tampoco fueron cumplidos.
Sí. Porque las cámaras del circuito cerrado no funcionaron. Tampoco fueron entregados los algoritmos de análisis de imagen, la arquitectura del software, y la carencia de aplicativos de inteligencia, entre otros aspectos tecnológicos.
Con decirle que las muchas cámaras instaladas entonces en lo que llamábamos DF dejaban de transmitir imagen si cualquiera alumbraba su lente con una simple linterna de mano.
De lo cual estaban enterados los delincuentes.
¿Otra transa con Thales, mi estimada corcholata?
Y por hoy es todo. Crucemos los dedos por que en su viaje a Washington en estos días Andrés Manuel López Obrador no vuelva a ponernos en vergüenza ante el mundo. Recuerde, además, que siempre le deseo que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!