En la pasada entrega de esta columna, este reportero hizo un ejercicio donde planteó un escenario hipotético de lo que sucedería este domingo en la elección interna del PAN para renovar la dirigencia estatal.
Nunca me imaginé que acertaría de tal manera en lo planteado.
Era un hecho que Augusta Díaz de Rivera ganaría la presidencia estatal del PAN, pues la militancia panista estaba más que harta de los malos manejos de Genoveva Huerta Villegas.
Pero tal como se señaló en la referida columna, el búnker de la llamada “jefa Geno” quedó helado al conocer la tendencia a favor de Díaz de Rivera.
¡Más de 1,300 votos de diferencia!
¡Vaya paliza!
Y callaron sus voceros. Mónica Rodríguez Della Vecchia, quien protagonizó varios conflictos durante la jornada electoral, ya no tuvo ni siquiera ánimos de escribir algo en redes sociales.
De Oswaldo Jiménez, Eduardo Alcántara Montiel y Jesús Giles mejor ni hablamos. Ojalá que los dos primeros se pongan a trabajar para lo que les pagan en el Congreso de Puebla, mientras que el tercero podría ocupar todo el tiempo libre que tendrá en ahora sí estudiar una licenciatura como debe ser, sin trampas.
De Jorge Aguilar Chedraui mejor ni hablamos, pues hay políticos tan impresentables que ni siquiera vale la pena gastar letras en ellos.
Y tal como este columnista puso en su entrega pasada, la experta en medios de comunicación Sandra Izcoa buscó a periodistas de medio pelo para mantener a flote a Genoveva.
Engañó a un par diciéndoles que Huerta Villegas estaba ganando contundentemente al interior del estado. Además de que, como se esperaba, cierta periodista que tiene un programita en Facebook lanzó tuits declarando ganadora a Genoveva.
¡Vaya ridículo!
A final de cuentas, la verdad salió a flote y Genoveva Huerta terminó pagando todos los pecados cometidos como dirigente del blanquiazul, confirmando que su grupo político está dando ya patadas de ahogado.
Ya veremos qué pretexto pone para reconocer su derrota.