La derrota ante el Rayo Vallecano por 1-0 la víspera fue la gota que colmó la copa. La directiva del FC Barcelona no esperó más y destituyó a Ronald Koeman, y ahora aguarda por la llegada de Xavi Hernández con la intención de que saque al equipo de la crisis que vive desde hace mucho tiempo.
El colombiano Radamel Falcao dejó tirados a Sergio Busquets y Gerard Piqué, dos de los pesos pesados del equipo, para anotar un golazo que sentenció al entrenador holandés. Koeman se tambaleaba desde mucho tiempo atrás. O mejor, desde que Joan Laporta asumió como presidente del Barcelona.
Koeman, héroe de la primera Champions del Barcelona y figura legendaria del club, asumió las riendas del primer equipo tras la salida de Quique Setién, otro que tampoco pudo mantener a flote a un vestuario que se hundía poco a poco tras años de esplendor con numerosos entrenadores, entre ellos Frank Rijkaard, Pep Guardiola, Tito Vilanova, Luis Enrique y Ernesto Valverde.
Además de la directiva, Koeman tampoco contaba con el beneplácito de una afición que se acostumbró a ganar y a contar con grandes jugadores, cada uno de los cuales se retiró o abandonó el equipo, entre ellos el mejor de siempre en vestirse de azulgrana, el argentino Lionel Messi, ahora en el PSG.
LAS SECUELAS DE LA GESTIÓN ECONÓMICA
Para algunos, los males del Barça comenzaron cuando el otrora presidente Josep María Bartomeu rescindió el contrato de Ernesto Valverde, en el, al parecer, lejano 20 de enero de 2020, y cuando el equipo aún iba delante en la Liga y se mantenía con vida en Champions y Copa del Rey.
Bartomeu sacó a Quique Setién de una finca donde se dedicaba a criar vacas para darle el timón del primer equipo, pero el fuego del descalabro se cocinaba en otra parte: al interior mismo de la primera plantilla, cuyos estratosféricos salarios comenzaban a minar el ecosistema del equipo.
La pandemia del coronavirus obligó a jugar sin público y algunos de los patrocinadores amenazaron con marcharse, en tanto los jugadores mantenían los salarios más altos de todo el fútbol. Y no solo Messi, sino Piqué, Luis Suárez, Busquets, Jordi Alba y cuando jugador se pusiera la casaca blaugrana cobraba más que cualquier colega de la misma posición en cualquier otro equipo de cualquier liga del mundo.
Por ahí comenzó todo y un día el Barcelona no aguantó más. Messi mandó un burofax pidiendo su salida. El club alegó un sinfín de razones y el argentino se quedó un año más, pero la directiva estaba tocada y poco después tuvo que renunciar Bartomeu, aunque antes había cesado a Setién y traído a Koeman, una gloria del club, con la intención de controlar un ecosistema demasiado dañado.
KOEMAN CAVÓ SU TUMBA Y XAVI LE TIRÓ LA TIERRA
Poco después de llegar, Koeman le dijo a Luis Suárez, el mejor amigo de Messi en la plantilla, que no contaba con él, que se buscara equipo y estadio donde entrenar. El uruguayo se fue gratis al Atlético de Madrid, donde cuajó una gran temporada, con título de Liga incluido, y Messi y otros pesos pesados del vestuario no se lo perdonaron al entrenador.
El equipo perdió el rumbo desde antes de las elecciones que le devolvieron la presidencia a Laporta, y en las cuales Xavi Hernández iba como entrenador en caso de salir victorioso Víctor Font.
En la pasada temporada, el Barça solo ganó la Copa del Rey, terminó lejos del campeón de Liga y por detrás, incluso, del Real Madrid, y fue humillado en Champions. Y para colmo de males, antes de iniciar la presente temporada, Messi también se fue gratis al PSG. La afición volvió el dedo hacia abajo al holandés, la parte más débil de todo el andamiaje.
Laporta quería destituirlo desde el primer día, pero su finiquito se acercaba a los 16 millones de euros y no tuvo más remedio que posponer una y otra vez su salida, hasta que derrotas consecutivas ante el Real Madrid y Rayo Vallecano terminaron por forzar el adiós.
Xavi, que solo quería volver al Barça, aprovechó cada momento para insistir en su barcelonismo, en su papel de defensor de los principios de La Masía, y ahora solo tendrá que finiquitar su contrato en Catar para tener las riendas del club de sus amores, pero falta ver si podrá, o no, sacar al equipo de la caída en picado en la que vive desde hace algunos años. De cualquier manera, ayudó a tapar la tumba que el propio Koeman cavó. (Sputnik)