
Uno de los malos hábitos que tienen muchas personas es el de la procrastinación, dejando para otra ocasión actividades o deberes importantes que se terminan convirtiendo en un lastre tarde o temprano, y que es catalogado como flojera.
Pero qué tal si te decimos que la procrastinación no es precisamente una consecuencia de la pereza que muchas personas tienen, sino que obedece a una condición emocional que no permite a las personas cumplir con estos deberes.
Para muchos sicólogos, la procrastinación es un problema en el manejo de las emociones, lo que nos lleva a dejar de lado actividades importantes y que tarde o temprano debemos enfrentar, aunque se conviertan en algo aún más complicado.
Y es que las tareas que aplazamos suelen provocarnos malestar, ya que las vemos como algo aburrido, difícil o que va a terminar en un fracaso para nuestra persona, algo que sin duda no queremos experimentar.
Para sentirnos mejor cambiamos estas tareas por actividades que no nos llevan a tener pensamientos negativos, como es ver televisión, limpiar la casa o simplemente no hacer nada.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que si seguimos aplazando estas tareas tarde o temprano tendremos que enfrentarlas y la cantidad de actividades aplazadas puede causarnos grandes dolores de cabeza.