La mezquindad panista

La mezquindad panista

La mezquindad es un mal que parece estar impregnado en la política mexicana y por supuesto en la poblana. Vivo ejemplo es lo que se ve en estos momentos en una tribu del PAN.

 

Como muchos ya saben, la guerra sucia de Genoveva Huerta Villegas, dirigente del PAN poblano, contra Eduardo Rivera Pérez ha comenzado y la muestra son los mensajes sicilianos de sus incondicionales.

 

Aunque lo negaron, los allegados a Genoveva Huerta veían en el triunfo de Eduardo Rivera la gran oportunidad de servirse con la cuchara grande pese a haberle puesto el pie al ahora alcalde electo antes de obtener la candidatura.

 

¿Nombres?

 

Mónica Rodríguez Della Vecchia, Oswaldo Jiménez y, por supuesto, Jesús Giles Carmona.

 

Estos personajes ayer mostraron su indignación por que según Eduardo Rivera no respetó acuerdos y no le dará al grupo de Genoveva Huerta el 25 % de las designaciones en el gabinete.

 

¿Y cómo por qué tendría que darles estos espacios? ¿Ya se les olvidó el drama que hicieron con desplegado incluido donde pedían a Rivera Pérez no dividir al PAN?

 

Pero eso es lo de menos, amable lector.

 

Con este desfiguro que protagonizan Rodríguez Della Vecchia, Jiménez y Giles solo demuestran que usted, yo y la sociedad poblana en general somos un completo y despreciado cero a la izquierda.

 

Ponen el grito en el cielo porque no tendrán estos espacios, pero no lo hacen por el bien de Puebla. ¡Claro que no! Es porque están dañando sus mezquinos intereses.

 

Esa maldita costumbre de anteponer a lo social la más grotesca política parece que no desaparecerá del PAN.

 

Pero ahí les va otra verdad para que se acaben de enojar Genoveva y sus incondicionales.

 

Con o sin ustedes, con o sin el maltrecho PAN, con o sin su apoyo y a pesar de sus marrullerías, Eduardo Rivera Pérez hubiera ganado la presidencia municipal de Puebla.

 

No se sientan superhéroes, pues los poblanos votaron por un cambio de rumbo y no por un partido político, un instituto que hoy es tan mezquino que no inspira confianza ni a sus militantes.

 

Y háganle como quieran, pero para muchos es un acierto que Eduardo Rivera no se deje manipular por intereses mezquinos.

 

Es por este tipo de acciones que Acción Nacional es en Puebla y México una oposición chiquita, mínima, insignificante. Un grupo opositor que, en lugar de provocar respeto, le causa mucha risa a la “cuarta transformación”. Acción Nacional es un gatito que se ve reflejado en el espejo como un poderoso león.