Expertos del Instituto Tecnológico de Nueva Jersey descubrieron que el calentamiento de las aguas oceánicas generan un descenso del brillo de la Tierra, ya que las nubes brillantes que reflejan la luz solar hacia el espacio cada vez son menos, por lo cual se capta aún más energía en el sistema climático del planeta.
La investigación se llevó a cabo en conjunto con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que descubrió que la Tierra refleja alrededor de medio vatio menos de luz por metro cuadrado que hace 20 años, y la mayor parte de ese decremento se ha producido en los últimos tres años.
Para descubrirlo, los investigadores analizaron décadas de mediciones de la luz terrestre, así como mediciones por satélite, lo cual reveló un descenso "significativo" del albedo (la reflexión de la luz solar sobre la Tierra) del planeta en los últimos 20 años, refiere el Instituto Tecnológico de Nueva Jersey, que encabezó al investigación.
Al respecto, Philip Goode, autor principal del estudio, dijo: "La caída del albedo nos sorprendió mucho cuando analizamos los últimos tres años de datos, después de 17 años de albedo casi plano".
De acuerdo con el estudio, en los últimos años se ha registrado una reducción de las nubes bajas brillantes y reflectantes sobre el Océano Pacífico oriental; estas mediciones fueron obtenidas por satélite para el proyecto Ceres de la Nasa.
En dicha zona han sido registrados importante aumentos de las temperaturas de la superficie del mar debido a la inversión de una condición climática llamada Oscilación Decadal del Pacífico, que presenta vínculos con el cambio climático global.
Además, los expertos afirman que el oscurecimiento de la Tierra tiene que ver con una importante energía solar adicional que está en la atmósfera y en los océanos, la cual puede contribuir al calentamiento global.
Por su parte Edward Schwieterman, científico planetario de la Universidad de California, dijo que este fenómeno "es bastante preocupante" y afirmó que, durante algún tiempo, muchos expertos estaban seguros que una Tierra más cálida podría dar lugar a más nubes y a un mayor albedo.
En este sentido, Schwieterman refiere que el incremento del albedo se pensaba que ayudaría a moderar el calentamiento y a equilibrar el sistema climático; "pero esto demuestra lo contrario".
