
Cuántas veces hemos escuchado esas voces de amigos y hasta familiares que dicen que no podemos quedarnos en una zona de confort, pues haciendo esto evitamos que nos desarrollemos tanto en lo individual como en lo profesional.
Esto debería ser desechado de una vez por todas, pues se malentiende el término de zona de confort, ya que en nuestra mente no solo existe una, sino varias y están diseñadas de acuerdo a nuestras capacidades y gustos.
Las zonas de confort están en casa con la familia y afuera con amigos, también está están en las habilidades para resolver conflictos y en las oficinas con el trato que tengas con jefes o clientes.
Resulta entonces equivocada esa creencia que dice que las zonas de confort son un escondite de los débiles, pues en realidad son estructuras diseñadas desde nuestra imaginación y construidas con nuestro propio esfuerzo.
Si tu zona de confort te da satisfacciones, disfruta de esto sin la culpa de mantenerte en esta comodidad, pese a lo que te digan a tu alrededor, pues representan un lujo por el que trabajamos y del que no debemos escapar.
No obstante, si sientes que esa zona de confort no te crea ninguna felicidad ni satisfacción, entonces sí es momento de pensar en abandonarla, pues no tendrá ni el lujo ni la comodidad que estás buscando.