Los reflectores del futbol mundial se han enfocado en los últimos años totalmente en jugadores como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, pasando actualmente por Kylian Mbappé; sin embargo, hay historias de otros futbolistas dignas de contar.
Una de estas es sin duda la del defensa central del Liverpool y capitán de la selección de Holanda, Virgil van Dijk, quien ha superado diversas adversidades para ser considerado en estos momentos uno de los mejores jugadores del mundo.
La infancia de Virgil no fue nada fácil. A los 12 años sus padres se separaron y jamás volvió a saber de su papá, motivo por el que en sus playeras solo utiliza su nombre y no sus apellidos.
Desde los 16 años trabajó lavando platos en Breda, Holanda y a los 17 fue fichado por Willen II, equipo que terminó rompiendo sus ilusiones al dejarlo libre señalando que era un jugador muy lento y sobre todo limitado.
2011 fue su año de debut con el Groningen, pero poco después le diagnosticaron apendicitis, peritonitis y una infección renal, por lo que sus entrenadores dudaban que pudiera salir con vida de la operación a la que se sometió, resultando todo un éxito la intervención.
Virgil no se rindió y dio el salto a Escocia para jugar en el Celtic y posteriormente fichar con el Southampton de la Premier League, donde se convirtió en el mejor jugador de este equipo y fue adquirido por el Liverpool, a petición expresa del entrenador Jürgen Klopp.
El 8 de julio, Virgil van Dijk cumplió 30 años de vida y se ha recuperado de una terrible lesión de la rodilla que lo alejó de las canchas desde finales de 2020, otra prueba superada en su vida deportiva que le permitirá regresar con nuevos bríos a la actividad.
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