Hace un año entraba en vigor el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), a diferencia de lo que muchos piensan, no debe considerarse la continuación del anterior TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), es un nuevo tratado que se firmó con nuevas reglas. ¿Qué efectos ha tenido?
El T-MEC surge como una necesidad de modificar el TLCAN, principalmente a partir de las duras críticas que Donald Trump hizo, calificándolo como el peor tratado para Estados Unidos. El nuevo tratado fue firmado en noviembre de 2018 como el último acto de Enrique Peña Nieto; sin embargo, el Senado de la República, ya con el nuevo gobierno de Morena, realizó un Protocolo Modificatorio el 12 de diciembre de 2018. El T-MEC tiene una vigencia de 16 años y será revisado cada 6.
Si hablamos en términos de volumen de comercio ni el T-MEC ni el TLCAN tuvieron realmente incidencia para modificar las tendencias. México y Estados Unidos son una economía integrada desde tiempos del porfiriato, a tal grado que el 80% de las exportaciones de nuestro país tienen como destino nuestro vecino del norte. Canadá representa entre un 3 y 4%, por lo que en total el T-MEC absorbe el 84% de las exportaciones unos 33 mil millones de dólares; por su parte México importa en el T-MEC unos 18 mil millones, por lo que la relación le resulta superavitaria al país.
Los productos con mayor volumen de exportación se aprecian en la gráfica 1. El mayor peso está en la industria automotriz; en primer lugar, los automóviles para uso turístico, pero también están los vehículos de transporte y las autopartes. Destacan también los equipos de cómputo y televisores. Cabe señalar que somos ensambladores, es decir, nos corresponde la parte más intensiva en trabajo en la cadena de producción y por tanto suele ser el trabajo más precario.
Elaborado con datos de Banco de México
Por su parte, los productos de importación por mayor volumen destacan en primer lugar los hidrocarburos, aceites de petróleo y gas; le siguen los componentes automotrices (que utiliza nuestra industria ensambladora) y sorprendentemente en quinto lugar se encuentra el maíz. De hecho 6 de cada 10 kilos de maíz que se consumen en el país son importados y el 85% de esas importaciones proviene de Estados Unidos.
El análisis del tipo de mercancías que se intercambian en el T-MEC nos arroja datos interesantes. A principios del siglo pasado éramos un país primario exportador, principalmente semillas, tabaco y frutas tropicales; mientras que importábamos los productos industrializados. El sueño de varios economistas cepalinos (Comisión Económica para América Latina) era que América Latina transitara hacia una economía industrial. De los años cuarenta a los ochenta este modelo de sustitución de importaciones tuvo resultados positivos en el crecimiento del PIB. El neoliberalismo lo truncó. Hoy importamos nuestro principal alimento, el maíz y exportamos bienes industrializados, pero de la maquila. Modificar esta condición es un gran reto que deberá asumir la nueva política industrial.
Otro de los retos económicos frente al T-MEC se relaciona con la política laboral. Dentro de los 34 capítulos del tratado el tema transversal es mejorar las condiciones salariales de los trabajadores en México. Por ejemplo, en el capítulo automotriz, para que un auto sea exportado de México a Estados Unidos o Canadá debe haber sido fabricado en al menos 45% por personal que haya obtenido el equivalente a 16 dólares por hora (2,560 pesos diarios), lo que parece imposible de cumplir antes que concluya el sexenio.
También se ha pedido en el T-MEC la libre sindicalización, la limitación de figuras como el outsourcing y el pago de prestaciones laborales. No es que las organizaciones laborales en Estados Unidos y Canadá hayan tenido un gesto de solidaridad de clase con los obreros mexicanos; sino que les preocupa la “competencia desleal”, que las empresas dejen sus países, les quiten sus empleos y se instalen en México para emplear fuerza de trabajo barato.
En el T-MEC también se ha incluido el capítulo 8, en el cual Andrés Manuel le ha parado la mano a los yanquis. Ahí se reconoce el dominio directo y la propiedad inalienable e imprescriptible de los hidrocarburos en favor del Estado mexicano, lo que significa la recuperación de la soberanía para que México pueda producir libremente gasolinas y diésel.
Aunque el año de la pandemia no nos permitirá hacer una evaluación realista del impacto del T-MEC, podemos afirmar que más allá de modificar los volúmenes de intercambio entre dos economías ligadas históricamente, otorga certeza a los actores económicos en beneficio de asegurar los flujos de mercancías. Este encadenamiento también nos permitirá recuperarnos al ritmo que nuestro vecino, más rápido de lo que se había proyectado.
Quedan aún temas pendientes, entre ellos la migración. Es necesario que Estados Unidos y Canadá reconozcan su necesidad de emplear fuerza de trabajo extranjera para dejar de calificar de “ilegales” a los migrantes y con ello mejorar las condiciones salariales y de trabajo para nuestros heroicos compatriotas que hoy son la primera fuente de divisas del país. Por lo pronto, feliz cumpleaños, T-MEC.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos